Puede que veamos el final de los
motores diésel en los vehículos ligeros antes de lo pensado. En declaraciones a
la agencia Reuters, Thierry Bolloré, director delegado de competitividad de
Renault, ha declarado que el grupo se plantea el uso de este tipo de motores a
largo plazo.
El progresivo endurecimiento de las
normas de emisiones y los cambios en la evaluación de las homologaciones van a
encarecer de tal modo los costes de desarrollo de los motores diésel que los
van a descartar del mercado de automóviles, según el directivo de la marca
francesa.
A lo anterior se suma un progresivo
retroceso en la demanda de este tipo de vehículos en Europa que, sin embargo,
sigue suponiendo un alto porcentaje de las ventas en las marcas generalistas.
Por ejemplo, de un 61% en el caso de la propia Renault. No obstante, en algunos
de los modelos más populares en Europa, la caída de ventas anuales de las
versiones diésel roza ya el 50%.
Los modelos más pequeños, con
gasolina
El fenómeno ha empezado a afectar
sobre todo a los modelos más pequeños y ciudadanos. Anticipándose a esta
circunstancia, Renault ha renunciado a equipar con motorización diésel a su
nuevo Twingo. Pero no es la única. El poderoso grupo PSA también es consciente
del problema del gasóleo a medio plazo y ha renunciado asimismo a ofrecer
motores de gasóleo en sus Peugeot 108 o Citroën C1. La tendencia hace prever a
los analistas del sector que, en 2030, la presencia de vehículos particulares
diésel en el mercado europeo sea inferior al 10%, en beneficio de los modelos
eléctricos que, en ese horizonte, rebasarán el 20% de las matriculaciones.
La intención de "bajarse del
carro" diésel ya es generalizada entre los mayores fabricantes. Matthias
Müller, presidente ejecutivo de Volkswagen, ya expresó recientemente el
sentimiento compartido con los responsables de otras marcas en el sentido de
que la disminución de emisiones de gases nocivos de los motores convencionales
se va a hacer cada vez más cara y compleja, mientras que la electrificación de
los automóviles irá abaratándose paulatinamente. En ese contexto, el poderoso
grupo alemán llegará a un punto en el que se tendrá que plantear si seguir
invirtiendo tanto dinero en el desarrollo de motores diésel.
El dilema es el cuándo sucederá
esta inflexión en la que los fabricantes abandonarán definitivamente los
motores de ciclo diésel. Por ahora, siguen suponiendo el grueso de las ventas
en el viejo continente y, paradójicamente, son indispensables para cumplir con
las normativas actuales de emisiones.
Thomas Koch, director del Instituto
Tecnológico de Karlsruhe en Alemania, declaraba a la prensa hace unos días que
los motores diésel suponen un aporte despreciable en cuanto a la emisión de
partículas nocivas a la atmósfera. En concreto, emiten muy poco CO2, por debajo
de los motores de gasolina e incluso menos que el producido en el proceso de
generación de electricidad para el suministro de las baterías de los vehículos
de "cero emisiones". Los recientes estudios en Alemania confirman que
la contribución de los motores de explosión en general a la polución global de
estas grandes urbes es de tan solo un 7%, y achacable en su mayor parte a los
vehículos obsoletos que siguen circulando.
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