Un Porsche se reconoce con los ojos cerrados. Esto también ocurre con los modelos puramente eléctricos.
Los gruñidos, los bufidos y los ruidos metálicos de los antiguos motores bóxer refrigerados por aire son como música para los oídos de los conductores de un Porsche 356 histórico. Ese sonido se debe a una orquesta mecánica de pistones, válvulas, cadenas, engranajes y balancines. Una sinfonía de admisión y compresión, expansión y escape. Un sonido que se ha convertido en referente de la marca durante generaciones.