domingo, 14 de febrero de 2021

CEDA EL PASO

 

PALABRAS INNECESARIAS

 




El sencillo salón de actos está preparado para la conferencia-coloquio sobre el coche eléctrico, con las medidas sanitarias requeridas por la situación. Se abren las puertas y los asistentes provistos de mascarillas, después del control de la temperatura y la desinfección de las manos con el gel, van ocupando ordenadamente las butacas asignadas… Una localidad vacía entre cada dos personas. Son asientos plegables de color azul oscuro. Las luces de bajo consumo proporcionan un ambiente confortable. En el estrado un hombre de unos cuarenta años, con traje gris marengo y una corbata roja, repasa un catálogo portando unas gafas correctoras de su evidente presbicia. Junto a él, una mujer de la misma edad, con un traje rojo y una larga melena de color castaño, coloca panfletos en una pequeña mesa. Cuando el público está ubicado, los dos conferenciantes toman asiento en sendas sillas… Se oye la voz cavernosa del hombre de sienes nevadas y rostro orondo:



Señoras y señores, muy buenas tardes. Les agradecemos su asistencia y sin más dilación, mi socia, les va a hablar del coche eléctrico… Posteriormente se procederá al coloquio.

Doy la bienvenida a todas las personas asistentes dice la mujer con voz serena y una correcta prosodia.


Como todos sabemos, el mundo de la automoción está evolucionando a pasos agigantados y es probable que estemos viviendo un momento crucial, como en su momento fue la implantación del motor diésel… El cambio climático, la contaminación o la sobreexplotación de los recursos naturales han sido el detonante que ha precipitado la llegada del coche eléctrico… Son coches que, como su nombre indica, están impulsados por energía eléctrica, posteriormente transformada en energía cinética…

Aprovechando esta disertación sobre el coche eléctrico, que viene como de molde a la línea informativa de esta revista, les voy a hablar en este escrito del uso de palabras o expresiones innecesarias que, desde mi punto de vista, privan de fluidez al lenguaje. Por ejemplo, el presentador comienza diciendo: “Señoras y señores”, que en este caso está muy bien, y así se ha dicho siempre en cualquier presentación, ya sea el coche eléctrico, una obra de teatro o un espectáculo musical. “¿Entonces dónde está el fallo?” Yo pienso que el fallo se produce cuando caemos en la reiteración, y en un comentario que dura un minuto podemos escuchar: “Las vecinas y los vecinos de este distrito vamos a iniciar una protesta porque no tenemos espacios verdes para que las niñas y los niños puedan jugar en compañía de sus amigas y amigos, para mayor tranquilidad de las madres y de los padres…”

¿Les parece un poco exagerado?, creo que me he quedado corto. ¿Consideran muy machista mi apreciación? Puedo asegurarles que esa no es mi intención. Y para que vean que mi preocupación es otra que ejercer de machista que, dicho sea de paso, no lo soy, les voy a hablar del punto de inflexión. En primer lugar, vamos a aclarar qué significa esa expresión: Son esos momentos de nuestra existencia en los que cambiamos el rumbo y la vida da un giro con el que algo cambia para mejor. “¿Y a qué viene esto?” Pues verán, que esas palabras pueden resultar muy adecuadas y les pueden dar una forma estética al lenguaje escrito y una atractiva sonoridad al lenguaje oral. Entonces, “¿cuál es el problema?” Pues el problema es la repetición. Yo oigo y leo en los medios de comunicación y escucho en el habla cotidiana esa expresión no sé cuántas veces cada día: “El gol que marcó el jugador con el número 8 propició el punto de inflexión para la victoria de su equipo”. “La actuación en la Bienal de Flamenco supuso el punto de inflexión en su trayectoria profesional”. “Conocer a mi pareja se convirtió en el punto de inflexión de mi vida sentimental”. “El discurso pronunciado por el líder político fue el punto de inflexión que determinó el resultado de las elecciones…” ¿No hay otras palabras? Ayer presencié un debate, y cuando oí el punto de inflexión 5 veces, dejé de contar.

“Es que algunas expresiones hay que utilizarlas sí o sí”. Ahí quería yo llegar. ¿Es necesaria esta expresión? Si yo pienso ir mañana a hacer deporte, ¿tengo que decir: mañana iré a hacer deporte sí o sí?, ¿o bastaría con: “mañana iré a hacer deporte? “Tenemos que hablar sí o sí”. “Es necesaria la victoria sí o sí”. Pues bien, esas tres palabras llegan a mis oídos, o a mi vista, con bastante menos frecuencia que la expresión anterior, pero más veces de las que serían necesarias.

Cuidado, no estoy diciendo que esas formas de expresarse sean incorrectas, lo único que ocurre es que me parece que emplean palabras innecesarias y reiteran expresiones que no vienen al caso, de tal forma que, como hemos dicho anteriormente, menoscaban la fluidez y la estética del lenguaje, con el consiguiente cansancio de los oyentes o lectores.

Por ejemplo: “Las vecinas y los vecinos del distrito nos manifestaremos para conseguir zonas verdes sí o sí, y esto será el punto de inflexión para el esparcimiento de las niñas y de los niños”. Podríamos cambiarlo por: “Las personas del distrito nos manifestaremos para conseguir zonas verdes que mejoren la expansión infantil…” Es una sugerencia.

Con mis mejores deseos, saludos cordiales.

Fernando Monge

fmongef@gmail.com

14/febrero/2019

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