Desde el 1 de julio París
prohibió la circulación de los coches más antiguos de 1997 por las vías de la
ciudad. Es una drástica solución a los problemas de congestión y
contaminación que tiene la capital francesa.
Según su ministerio de salud, la contaminación aérea
proveniente de partículas de combustible -especialmente de tubos de escape
antiguos, con controles de emisión más laxos- mata
anualmente a 48.000 personas en Francia y a alrededor de 400.000 en Europa.
Esta medida ha generado el descontento de muchos
conductores, que aparcaron sus coches cerca de la Asamblea Nacional y la
avenida de los Campos Elíseos en señal de protesta, aunque sin efectos.
"Conduzco 50 kilómetros por semana y no puedo
permitirme una furgoneta nueva, así que continuaré usando la mía. Me multarán
cada semana y voilà", afirmaba Marc Martin,
que usa una vieja furgoneta Peugeot para llevar marcos de cuadros a sus
clientes.
"Y si va demasiado lejos, tendré que cerrar mi
negocio, las personas perderán empleos. Esta ley es patética", sentenció.
Las multas están fijadas en 35 euros, para los coches
que circulen en París de
lunes a viernes entre las 8 de la mañana y las 8 de la tarde, pero
subirán a finales de año. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, afirmaba esta
mañana que esta medida podría ampliarse en 2020 para todos los coches con más de nueve años
de antigüedad.
Esta ley afecta a más de medio millón de conductores
en París y sus alrededores, y es especialmente dura para las personas con menos
recursos, incapaces de adquirir coches nuevos y que verán su valor reducido
considerablemente a la hora de venderlos.
De hecho, la asociación '40 million d'Automobilistes'
está iniciando los procedimientos legales para intentar conseguir compensación
por la pérdida de valor de los vehículos ahora prohibidos.
Sin embargo, los automóviles clásicos y antiguos no se
verán afectados por esta medida.
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