La
contaminación se ha convertido en una de las principales preocupaciones en las
grandes ciudades, sobre todo tras los episodios vividos en Madrid y Barcelona
en los últimos meses, que han llevado a replantear los protocolos de actuación,
como ha sido el caso de la capital, donde se ha puesto en marcha un Plan de
Calidad del Aire de 2017 a 2020.
Entre las
principales medidas que proponen los ayuntamientos destaca un mayor uso del
transporte público, ya que, como señala la Asociación de Empresas Gestoras de
Transportes Colectivos Urbanos (ATUC) con motivo del Día Mundial del Medio
Ambiente que se celebra este domingo, un autobús evita la contaminación de 50
coches, mientras que si hablamos de un tren de Metro equivale a 400 turismos.
En
concreto, el uso del transporte público evita la emisión de cinco millones de
toneladas de gases contaminantes a la atmósfera al año, según ATUC, lo que
mejora considerablemente la calidad del aire, una cuestión más que importante
si se tiene en cuenta que la contaminación atmosférica causa más de 25.000
muertes prematuras al año en España, según los datos de Ecologistas en Acción.
Además,
la contaminación no solo hace un agujero en la capa de ozono, sino también en
las arcas públicas, pues al año supone un gasto de unos 38.000 millones de
euros. Y es que la reducción del tráfico privado solo en un 10% evitaría la
compra de hasta 700 millones de litros de combustible al año, lo que supondría
un ahorro importante, ya que España importa el 80% de la energía que consume.
Pero para
atraer a los ciudadanos al transporte público hay que seguir trabajando para
mejorar la eficiencia y la velocidad del sistema, que son las principales
demandas de los viajeros, los cuales esperan de media entre 5 y 15 minutos en
la parada cada vez que lo utilizan. En este sentido, es imprescindible aumentar
la velocidad comercial de los autobuses, que actualmente es de 12 kilómetros
por hora de media frente a los 25 kilómetros por hora del coche.
Para ello,
la asociación propone medidas como la prioridad semafórica, que permite que los
autobuses pasen primero, cediéndoles el paso expresamente si se detectan
retrasos de horarios. En esta línea, las paradas dobles también contribuyen a
mejorar la velocidad comercial, ya que permiten que suban y bajen viajeros de
dos autobuses a la vez. Para ATUC, es el momento de que los nuevos diseños
urbanos incorporen la movilidad como elemento clave, superando así el “modelo
hormigón” basado en la construcción de infraestructuras y apostando por la
calidad de vida.
Flotas
más sostenibles
Todos
estos datos evidencian que el transporte público no solo contamina menos que el
privado, sino que su uso contribuye de manera determinante a la reducción de
emisiones contaminantes. No obstante, con el fin de mejorar su eficiencia y dar
ejemplo al resto de medios, el sector ya ha empezado a trabajar en su
renovación con modelos híbridos, que permiten el ahorro de hasta 30% anual en
combustible, según los cálculos de la patronal.
Un
ejemplo de esta tendencia sostenible es TMB (Transportes Metropolitanos de
Barcelona), cuya flota está compuesta en un 38% por autobuses propulsados por
Gas Natural Comprimido (GNC) - 398 de un total de 1.060 vehículos- y ha
comprado 76 autobuses híbridos, a la vez que ha invertido en la reconversión de
83 vehículos diésel y de GNC a híbridos.
Por su
parte, la EMT de Madrid empezó a incorporar buses de GNC a su flota en 1994. En
la actualidad, de los 1.915 autobuses que componen la flota de EMT, el 71,25%
(1.365 autobuses) está formado por vehículos poco contaminantes (‘parque
verde’). En concreto, son 792 autobuses de GNC, incluyendo 23 híbridos (el
41,4% de la flota); 555 autobuses diésel Euro V o superior (el 29% de la flota)
y 18 eléctricos. Y precisamente hace escasos días la EMT anunció la
incorporación a su flota de 30 autobuses híbridos y 170 de GNC a lo largo de
2016.
Para el
secretario general de ATUC, Jesús Herrero, “aunque este problema no es nuevo,
los últimos episodios de elevada contaminación en grandes ciudades han ayudado
a que los ciudadanos estén cada vez más concienciados sobre la importancia de
construir ciudades más limpias, sanas y habitables y, en este nuevo tablero de
juego, el transporte público es un actor esencial”.
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