Adecuar el sistema de
retención infantil a cada edad, comprobar la temperatura del interior del
vehículo o hidratarles adecuadamente, indispensables a la hora de partir hacia
el destino estival con los más pequeños, según los expertos de Help Flash.
Emprender un viaje en coche hacia el lugar de
veraneo puede ser para los niños un plan perfecto: ponerse en la piel del
explorador Tadeo Jones o llegar a la playa para buscar a Nemo. No obstante,
esta aventura puede convertirse en una auténtica pesadilla cuando los pequeños
viajan sin las debidas medidas de seguridad.
La primera causa de
mortalidad infantil son los accidentes de tráfico. Tres de cada 18 menores de
12 años fallecidos en las carreteras en 2016 no tenían puesto el cinturón de
seguridad o el correspondiente sistema de retención infantil, a tenor de los
datos aportados por la Dirección General de Tráfico (DGT). Entre las lesiones
más frecuentes de los más pequeños en un siniestro vial destacan las dolencias
en el cuello (hasta los 2 años), la cabeza (entre los 2 y los 4 años) y el abdomen
(de 4 a 10 años).
Toda precaución es poca para
emprender el viaje con los pequeños de la casa en el asiento trasero y que los
adultos conozcan cómo no comprometer su seguridad para lo que la startup
viguesa Help Flash ha resumido algunas reglas indispensables:
Sujetarles bien: El reciente
cambio de legislación hace obligatorios lo sistemas de retención infantil en el
vehículo, cuando se viaja con niños. El regazo de un adulto a más de 50
kilómetros por hora es incapaz de sujetar a un menor en caso de frenazo
repentino. Así, además de contar con el sistema adecuado al menor por edad y
tamaño, también hay que verificar que cumple con la homologación europea. Los
menores de cuatro años o que pesen menos de 18 kg deben ir orientados a
contramarcha para evitar lesiones cervicales, en caso de choque frontal.
Menores de 15 meses, a
contramarcha: Los niños de entre 0 y 15 meses deben viajar en sentido contrario
a la marcha, una opción que también es recomendable para los que miden menos de
104 centímetros de altura, una estatura que de media suelen alcanzar al cumplir
los cuatro años. De este modo, no sólo se protege su cabeza, que aún no está
desarrollada por completo, sino que también, en caso de impacto, la fuerza de
este será cinco veces menor que si se viaja en el mismo sentido que la marcha.
Adaptar el sistema de
retención a cada niño. Los menores con una estatura igual o inferior a 135 cm
deben utilizar un sistema de retención homologado, que se adecúe a sus
necesidades. En el caso de que la cabeza del niño asome por encima del respaldo
de la silla será necesario pasar a un sistema superior. Así, los menores del
grupo 1 (de 9 a 18 kg) requieren sillas con cinturones propios de cinco puntos
de anclaje, el grupo 2 (de 15 a 25 kilos) deben utilizar una silla e ir sujetos
con el propio cinturón del vehículo y los del grupo 3 (de 22 a 36 kilos) tan
solo requieren un asiento elevador, que les permita adaptarse a los anclajes
laterales del cinturón de seguridad.
Elevadores, mejor con
respaldo: Los elevadores son necesarios hasta que el niño alcanza los 150
centímetros de altura, los que no hayan llegado todavía a los 125 centímetros
deberán utilizar un elevador con respaldo a la hora de emprender un viaje en
coche. El objetivo no es otro que la completa sujeción de los hombros para que
el menor quede sujeto por el cinturón de seguridad y asegurar una protección
mejorada, en caso de impacto lateral.
Comprobar la temperatura del
interior del vehículo. Cada verano muchos automóviles se convierten en una
trampa mortal para muchos menores, especialmente si el coche ha estado expuesto
al sol y ha alcanzado una temperatura excesiva. Abrir las ventanas antes de
montar en el coche para que recircule el aire y se supere el primer impacto de
calor, evitar que el sol dé sobre las superficies donde se sentarán los niños o
accionar el aire acondicionado una vez que se hayan ventilado los sistemas de
refrigeración, evitará que los niños sufran golpes de calor. No hay que olvidar
que su reserva de agua es menor y, por lo tanto, su temperatura corporal sube
más rápido que la de los adultos. Mantener a los niños bien hidratados durante
el viaje es primordial.
Ropa cómoda que permita
libertad de movimientos. ¿Cuántas veces han visto niños con una chaqueta o un
abrigo en el coche bajo la excusa de ‘vamos aquí al lado’? Este simple gesto
puede poner en peligro la salud del pequeño. El abrigo ejerce una barrera
ficticia entre el cuerpo del niño y el cinturón de seguridad, dado que, al
apretar el arnés, no se está sujetando al menor, sino un abrigo que en caso de
impacto se desinflará y dejará espacio suficiente para que la persona pueda
salir despedida del vehículo.
No bajar la guardia en la
conducción. La seguridad de los más pequeños en el coche depende, en gran
medida, de los adultos y, cómo no, del conductor, que debe afrontar el trayecto
con tranquilidad y serenidad, especialmente cuando es necesario detenerse en el
arcén por una emergencia. En estos casos, suele ser bastante complicado sacar
rápidamente del coche a los menores, aún más en los vehículos de tres puertas.
Por lo tanto, el conductor debe intentar señalizar su vehículo antes de colocar
los triángulos para evitar así posibles accidentes derivados de la falta de
visibilidad.
Juegos y tecnología como
entretenimiento. “Papá, ¿cuánto queda?” es una de las frases más repetidas por
los pequeños durante muchos trayectos. Para mantenerles entretenidos, se
recomienda tener preparada una lista de juegos que vaya más allá de las
tabletas y teléfonos móviles. Jugar al ‘veo, veo’, a las palabras que empiecen
por ciertas letras o cantar son algunos recursos simples y eficaces para
mantener a los menores entretenidos y, por lo tanto, seguros.
Evitar objetos sueltos
durante el trayecto: Pelotas, teléfonos móviles, botellines de agua o los
nuevos spinners son elementos potencialmente peligrosos dentro de la cabina de
un vehículo una vez que se ha iniciado la marcha. Si los niños quieren viajar
con algún juguete entre sus manos debe ser blando. De esta forma se evita que,
en caso de frenazo brusco, pueda lesionar a cualquiera de los pasajeros.
Paradas para combatir el
aburrimiento. Siempre que un viaje supere las dos horas de duración se deben
hacer pequeñas paradas para estirar las piernas, sobre todo si entre los
pasajeros hay menores. Correr un rato, ir al baño o comer algo ayuda a liberar adrenalina
y a montar en el coche alejados del aburrimiento. Además, si el menor todavía
lleva pañal, hay que parar siempre que sea necesario para cambiarle y así
evitar que se encuentre molesto, con los consecuentes lloros, que pueden
repercutir en mal ambiente para todos los ocupantes del vehículo.
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