PERSEVERANCIA
Perseverancia es “acción y
efecto de perseverar”; perseverar es “mantenerse constante en la prosecución de
lo comenzado, en una actitud o en una opinión”; y perseverante es el “que
persevera”. Con estas definiciones introductorias tomadas literalmente de la
RAE —disculpen esta costumbre de consultar el diccionario—, quiero adentrarme
en el análisis de la perseverancia, una preciada cualidad que dignifica a las
personas que gozan de ella. La perseverancia sana, que es la que tratamos en
este escrito, es la actitud más honesta y efectiva para lograr lo que nos
proponemos: aprender idiomas, terminar los cursos académicos con buenas
calificaciones, perder algunos kilos que nos molestan, mejorar la seguridad
vial…
Porque el perseverante —constante, tenaz, trabajador, estudioso…— nunca
ceja en su empeño, aunque en el camino se encuentre con incontables obstáculos.
Cuando preguntaron al inventor Thomas Edison —fonógrafo, cámara de cine,
lámpara incandescente— sobre esta virtud, dijo: “No he fracasado, sólo he encontrado
10.000 maneras que no funcionan”.