domingo, 12 de agosto de 2018

CEDA EL PASO



 PERSEVERANCIA



Perseverancia es “acción y efecto de perseverar”; perseverar es “mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión”; y perseverante es el “que persevera”. Con estas definiciones introductorias tomadas literalmente de la RAE —disculpen esta costumbre de consultar el diccionario—, quiero adentrarme en el análisis de la perseverancia, una preciada cualidad que dignifica a las personas que gozan de ella. La perseverancia sana, que es la que tratamos en este escrito, es la actitud más honesta y efectiva para lograr lo que nos proponemos: aprender idiomas, terminar los cursos académicos con buenas calificaciones, perder algunos kilos que nos molestan, mejorar la seguridad vial… 

Porque el perseverante —constante, tenaz, trabajador, estudioso…— nunca ceja en su empeño, aunque en el camino se encuentre con incontables obstáculos. Cuando preguntaron al inventor Thomas Edison —fonógrafo, cámara de cine, lámpara incandescente— sobre esta virtud, dijo: “No he fracasado, sólo he encontrado 10.000 maneras que no funcionan”.


Vaya por delante que no escribo este artículo porque me considere un modelo de perseverancia. A lo largo de mi vida, he tenido momentos en los que me he dejado llevar por la inconstancia. Pero precisamente por eso, por haber alternado la tenacidad con el acomodo, les puedo asegurar que la perseverancia nos permite lograr nuestros objetivos, nos sube la autoestima, nos proporciona bienestar emocional… Y puedo asegurarles, también, que esos sanos beneficios, que muchas veces he experimentado, me han animado a convertirme en una persona cada vez más perseverante.

En el aprendizaje, la perseverancia es más poderosa que la inteligencia. Los alumnos perseverantes, con poca o mediana inteligencia, consiguen sus objetivos académicos, al mismo tiempo que fortalecen el intelecto. Los inteligentes, poco perseverantes, repiten curso o, en el peor de los casos, abandonan los estudios. Por supuesto, si el perseverante es inteligente, miel sobre hojuelas.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la Seguridad Vial? Pues verán, si consideramos que la constancia en el desempeño de una  actividad crea hábitos saludables: el ejercicio físico mejora nuestra salud, la lectura enriquece nuestra cultura, el estudio nos aporta conocimientos… La perseverancia en el cumplimiento de las normas de tráfico nos convertirá en ciudadanos responsables a la hora de conducir o caminar por la vía pública…

Si cuando conducimos un vehículo: respetamos los semáforos, no excedemos los límites de velocidad, evitamos efectuar adelantamientos peligrosos, facilitamos el adelantamiento de otros vehículos, jamás manipulamos el móvil… Si somos reiterativos, con esas buenas prácticas, acabaremos convirtiéndolas en sanas costumbres que no supondrán ningún esfuerzo añadido.

Si cuando caminamos por la vía pública, utilizamos, ¡siempre!, los pasos de peatones, aunque estén un poco alejados del lugar en el que nos encontramos, acabaremos adquiriendo un hábito que es, sobre todo, un seguro de vida.

Familia de TODOMOTOR, feliz semana, y a perseverar.

Fernando Monge

PUBLICADO: 24/marzo/2018
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