PERSEVERANCIA
Perseverancia es “acción y
efecto de perseverar”; perseverar es “mantenerse constante en la prosecución de
lo comenzado, en una actitud o en una opinión”; y perseverante es el “que
persevera”. Con estas definiciones introductorias tomadas literalmente de la
RAE —disculpen esta costumbre de consultar el diccionario—, quiero adentrarme
en el análisis de la perseverancia, una preciada cualidad que dignifica a las
personas que gozan de ella. La perseverancia sana, que es la que tratamos en
este escrito, es la actitud más honesta y efectiva para lograr lo que nos
proponemos: aprender idiomas, terminar los cursos académicos con buenas
calificaciones, perder algunos kilos que nos molestan, mejorar la seguridad
vial…
Porque el perseverante —constante, tenaz, trabajador, estudioso…— nunca
ceja en su empeño, aunque en el camino se encuentre con incontables obstáculos.
Cuando preguntaron al inventor Thomas Edison —fonógrafo, cámara de cine,
lámpara incandescente— sobre esta virtud, dijo: “No he fracasado, sólo he encontrado
10.000 maneras que no funcionan”.
Vaya por delante que no
escribo este artículo porque me considere un modelo de perseverancia. A lo
largo de mi vida, he tenido momentos en los que me he dejado llevar por la
inconstancia. Pero precisamente por eso, por haber alternado la tenacidad con
el acomodo, les puedo asegurar que la perseverancia nos permite lograr nuestros
objetivos, nos sube la autoestima, nos proporciona bienestar emocional… Y puedo
asegurarles, también, que esos sanos beneficios, que muchas veces he
experimentado, me han animado a convertirme en una persona cada vez más
perseverante.
En el aprendizaje, la
perseverancia es más poderosa que la inteligencia. Los alumnos perseverantes,
con poca o mediana inteligencia, consiguen sus objetivos académicos, al mismo
tiempo que fortalecen el intelecto. Los inteligentes, poco perseverantes,
repiten curso o, en el peor de los casos, abandonan los estudios. Por supuesto,
si el perseverante es inteligente, miel sobre hojuelas.
¿Y qué tiene que ver todo esto
con la Seguridad Vial? Pues verán, si consideramos que la constancia en el
desempeño de una actividad crea hábitos
saludables: el ejercicio físico mejora nuestra salud, la lectura enriquece
nuestra cultura, el estudio nos aporta conocimientos… La perseverancia en el
cumplimiento de las normas de tráfico nos convertirá en ciudadanos responsables
a la hora de conducir o caminar por la vía pública…
Si cuando conducimos un
vehículo: respetamos los semáforos, no excedemos los límites de velocidad,
evitamos efectuar adelantamientos peligrosos, facilitamos el adelantamiento de
otros vehículos, jamás manipulamos el móvil… Si somos reiterativos, con esas
buenas prácticas, acabaremos convirtiéndolas en sanas costumbres que no
supondrán ningún esfuerzo añadido.
Si cuando caminamos por la vía
pública, utilizamos, ¡siempre!, los pasos de peatones, aunque estén un poco
alejados del lugar en el que nos encontramos, acabaremos adquiriendo un hábito
que es, sobre todo, un seguro de vida.
Familia de TODOMOTOR, feliz
semana, y a perseverar.
Fernando Monge
PUBLICADO: 24/marzo/2018
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