PUNTO FINAL
La enorme campana del reloj, ubicada
en la majestuosa torre del Ayuntamiento, suena con estruendo, dando las doce
campanadas. Al mismo tiempo, el tabernero va recogiendo las sillas plegables de
madera para apilarlas dentro del establecimiento. La clientela comienza a salir,
conversando y dando a sus movimientos una ceremoniosa actitud. Algunos engullen
el último trago y otros, saborean el dorado líquido de la tierra que, en su
momento, fue llevado de la viña al lagar para ser triturado y pasar el mosto a
los bocoyes —barriles de gran
tamaño, generalmente con madera de roble y reforzados por unas tiras de metal
que los rodean a modo de cinturón—. en los que fermentará poco tiempo después y se
convertirá en vino… Producto elaborado artesanalmente como ocurre en casi todos
los pueblos de la comarca del Condado de Huelva.
Cuando llegan las doce campanadas, el
pueblo se queda desierto. Solo se ve el caminar de algún mozo que viene de pelar
la pava; o pocos beodos que, por su apego a las esencias del dios Baco, se
quedan en la taberna hasta que Juan la cierra. A veces, se puede contemplar al
pequeño sacerdote que, acompañado de un monaguillo, va o viene de la morada de
algún enfermo que, por su gravedad, recibe el sacramento de la extremaunción.
El penetrante olor del azahar inunda
la plaza. Las pobres luces de las farolas proyectan la sombra de los naranjos
en los bancos de piedra que han servido, durante la jornada, para la
conversación y el descanso de los mayores y el juego de los más pequeños. Un
soplo de aire nocturnal provoca la caída de las florecillas blancas que forman
un redondo mantel debajo de cada uno de los árboles. Un silencio sepulcral, solo
interrumpido por el ladrido de algún perro, corta como un afilado cuchillo la
oscuridad de la noche. Las puertas están cerradas, las luces de las casas, apagadas
y los actores descansan en sus camerinos.
La poca luminosidad de las lámparas
incandescentes, la ocultación de la luna y la ausencia de inoportunos
nubarrones permiten que un manto de relucientes estrellas caiga sobre la plaza,
como un telón que pone punto final a la función del día.
Yo también pongo punto final a la
temporada y, si lo tienen a bien, nos vemos el día 11 de septiembre. Feliz
verano.
Fernando Monge
17/julio/2022
fmongef@gmail.com
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