EL CINTURÓN DE SEGURIDAD
La estación otoñal exhibe su
presencia, cuando el gris profundo de la tarde atraviesa la ventana. El sonido
de la lluvia repiquetea en el interior de la sala de estar. A través de los
cristales, contemplo el furioso golpeteo de las gotas en la negrura del asfalto…
Es mejor quedarse en casa, y dar un repaso a las últimas noticias… Leído y
releído el diario de papel impreso —mantengo esta vieja costumbre—, me dirijo al
ordenador portátil, y me dispongo a recorrer los medios de comunicación
digital. Abro y cierro las páginas, ojeo los titulares, me detengo en los
contenidos, miro las imágenes y, en medio del laberinto informativo, me encuentro
con una breve reseña que refleja datos recogidos en la primera semana de
octubre.
Resulta que la Guardia Civil
de Tráfico detectó, del 1 al 7 del décimo mes del presente año 2018, a 122
personas que viajaban en sus vehículos sin usar el cinturón de seguridad o los
sistemas de retención infantil y, naturalmente, recibieron la correspondiente
sanción. Si tenemos en cuenta que se vigilaron cerca de ocho mil vehículos,
podemos decir que el balance no es muy pesimista. Pero yo me pregunto: ¿Es que
todavía no nos convencemos de la eficacia de la retención cuando conducimos? ¿No
somos conscientes de que las sillas especialmente diseñadas para niños
proporcionan una seguridad que no deberíamos ignorar? ¿Cómo es posible que
sentemos a un pequeño en el asiento del copiloto y, además, sin cinturón?
Es verdad que, cuando obtuve
el permiso de conducir en el año 1970, el utilitario de mis comienzos como
conductor no tenía cinturón de seguridad, ni airbag, ni acondicionador de aire…
y no pasaba nada, dirán algunos. Hombre, eran otros tiempos: el parque automovilístico
no llegaba a los dos millones de vehículos, y la tecnología del automóvil tenía
muchas cosas que mejorar. Pero continuemos con el cinturón de seguridad…
Con el paso de los años, se fue
instalando de manera escalonada. En primer lugar, en los asientos delanteros, y
fue necesario esperar hasta 1985 para convertir en obligatorio su uso. A continuación,
se equiparon los asientos traseros, pero sus ocupantes no estaban obligados a
utilizarlo. Definitivamente, a partir del año 2002, los autos tenían que salir
de fábrica con los cinturones delanteros y traseros, y su uso se convirtió en obligatorio
para todos los viajeros. Se impuso el sentido común, pues el parque
automovilístico ya había aumentado considerablemente.
Ese aumento ha continuado
hasta llegar al actual 2018. Este año se han contabilizado más de 30 millones
de vehículos con seguro de responsabilidad civil y con toda la documentación en
regla para circular por la vía pública y, naturalmente, han aumentado las
compañas de concienciación sobre el uso del cinturón. Además, cada vez son más
los usuarios que optan por el transporte colectivo para los viajes de placer,
con un incremento cercano al 5%, por lo
que se plantean dos nuevos retos: uno, que todos los autobuses vengan con sus
correspondientes cinturones, y otro, que los pasajeros tomen conciencia de los
beneficios de su uso.
Pues bien, a pesar de todo, y
como hemos visto en la noticia que aparece al principio, aún hay personas que
no llevan puesto el cinturón cuando viajan. Yo diría que no lo utilizan porque
les supone una incomodidad, aunque como todos tenemos la rara habilidad de
justificar lo que hacemos, decimos cosas tan absurdas como: “El cinturón en la
ciudad no sirve para nada”, “mucha gente se salva por no llevar puesto el cinturón”…
Por favor, seamos sensatos, y
hagamos caso a estas 4 razones extraídas de la relación que nos da la DGT:
- - Protege tanto de salir despedido del habitáculo, como de impactar contra el parabrisas.
- - Un choque frontal a 80 km/h, sin llevar puesto el cinturón de seguridad, suele provocar la muerte o lesiones graves.
- - En un impacto frontal, la probabilidad de que un ocupante de los asientos traseros golpee mortalmente a otro pasajero de los asientos delanteros se multiplica por ocho.
- - El airbag no es eficaz si no llevamos puesto el cinturón de seguridad, ya que ambos están pensados para funcionar de forma complementaria.
Y si estos argumentos no son
suficientes, la DGT dispone de medidas coercitivas que, lamentablemente, son
las más convincentes: “El importe de la multa por circular sin cinturón de
seguridad, calificada como una infracción grave, rondará los 200 euros. Además,
puede suponer la pérdida de hasta tres puntos del carnet de conducir”.
Con mis mejores deseos, hasta
el próximo artículo.
Fernando Monge
4/noviembre/2018
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fmongef@gmail.com
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