Las ventas al exterior ganan cuota de mercado fuera de Europa, la asignatura pendiente
Los datos que vamos
conociendo del tercer trimestre del año confirman la idea de que este
periodo no ha sido tan malo como se preveía.
A ello han contribuido tres
factores: un efecto anticipación a la subida del IVA mayor del esperado, el
buen comportamiento del turismo exterior durante la temporada alta y la
recuperación de las exportaciones de mercancías.
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Habrá que esperar a tener los
datos de septiembre, pues casi toda la información disponible se refiere a
julio y agosto, pero parece difícil que la caída del PIB supere la del
trimestre anterior, que fue de cuatro décimas porcentuales. En todo caso, el
mejor comportamiento de los indicadores de producción y demanda no se ha
reflejado en los del mercado laboral ni en los de expectativas de los consumidores
y empresarios, por lo que no deberíamos considerar esta relativa mejoría como
un cambio de tendencia.
Esta semana se publicaron los datos de comercio exterior
y los índices de cifras de negocios de la industria y los servicios de agosto,
que sorprendieron positivamente. Tras una profunda desaceleración a lo largo de
2011, el crecimiento de las exportaciones de mercancías inició ya en el segundo
trimestre del año un cambio de tendencia al alza que se ha intensificado en
julio y agosto. Las tasas de crecimiento recogidas en dicho gráfico se obtienen
a partir de series suavizadas para eliminar la excesiva volatilidad de los
datos mensuales, pero aun así, las cifras medias de estos dos meses, a precios
constantes, dan un crecimiento anualizado del 13% respecto a la media del
trimestre anterior. Es de destacar, por la importancia que tienen en el total,
la recuperación de las exportaciones del sector del automóvil, cuya caída en la
primera mitad del año explica en buena medida el retroceso de las exportaciones
totales.
Los sacrificios sirven para algo: están logrando reducir
algunos de los grandes desequilibrios españoles
En el conjunto de los ocho primeros meses del año estas
aumentan un 2,2% a precios constantes y un 4,1% a precios corrientes, cifras
notablemente inferiores a las del año anterior, que reflejan el profundo
debilitamiento del comercio internacional. Además, al contrario de lo observado
en los dos años anteriores, este crecimiento se queda algo por debajo del
registrado por las exportaciones de la zona euro. El mal comportamiento
comentado de las ventas de automóviles, muy sensibles a la demanda de los
mercados europeos, explicaría el mal resultado relativo que se está observando
este año, ya que otros factores, como la mejora de la competitividad, actúan en
sentido positivo. A nivel general, el estancamiento o recesión de las economías
europeas, que constituyen nuestros principales mercados, se refleja en una
caída del valor de las exportaciones españolas a la UE del 0,6% (-1,1% a la
zona euro), mientras que las destinadas fuera de la UE aumentan un 13%. Eso
significa que las exportaciones españolas están ganando cuota en mercados de
fuera de Europa, que era y es una de las asignaturas pendientes de nuestra
economía.
También las importaciones muestran un cambio de tendencia
en sus tasas de crecimiento, aunque, en términos suavizados, estas aún siguen
siendo negativas. La propia recuperación de las exportaciones y el efecto
anticipación de la demanda interna a la subida del IVA explicarían este cambio.
En el acumulado de los ocho primeros meses del año, las importaciones
disminuyen un 6% a precios constantes, aunque mucho menos (-0,8%) en valores
nominales, ya que los precios, especialmente los de los productos energéticos,
aumentan mucho más que los de las exportaciones.
Este mayor aumento de los precios de las importaciones
supone una transferencia de renta al exterior que se manifiesta, por un lado,
en la dificultad de reducir el déficit comercial, y, por otro, en un aumento de
la inflación que resta poder adquisitivo a los españoles. Aun así, el déficit
comercial se ha reducido un 23,3% hasta agosto y proviene todo él de la balanza
energética, ya que la no energética ya está en superávit. Esta reducción y el
aumento que registra el superávit de la balanza de pagos de servicios ha
logrado dar un vuelco en la balanza conjunta de bienes y servicios, que ya
registra superávit. Alguno de nuestros grandes desequilibrios está, pues, a
punto de corregirse, lo que quiere decir que los sacrificios sirven para algo.
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