domingo, 28 de febrero de 2021

CEDA EL PASO

 

                                          POSTUREO

 



Según Wikipedia, el término postureo es un neologismo de reciente acuñación, usado especialmente en el contexto de las redes sociales y las nuevas tecnologías, para expresar formas de comportamiento y de pose, más por imagen o por las apariencias que por una verdadera motivación. El diccionario de la RAE lo define como actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción. Vamos, lo que siempre se ha dicho: “A ese lo que le gusta es aparentar”, o utilizando una expresión vulgar: “Ahí hay mucho humo y poca candela.” En definitiva, suelen ser personas con pocos conocimientos, pero que a veces dan el pego por la rotundidad de sus afirmaciones y la firmeza y el alto volumen de su voz.

Lo cierto es que esta palabra se emplea con frecuencia por la sencilla razón de que el postureo se prodiga cada vez más… En todos los ámbitos, incluso en el del motor, podemos escuchar a alguien, que carece de conocimientos de mecánica, hablar del motor de un vehículo como si estuviese todos los días inmerso en esa tarea. Sabe cuál es el mejor coche que te puedes comprar y se adorna con argumentos que se los ha escuchado a algún profesional o que se los inventa sobre la marcha. Cualquiera que tenga la más mínima idea del asunto, se percata de que habla sin convicción, pero habla, y habla mucho, que es de lo que se trata… Quedar como un conocedor de la materia.

Resulta que la idea de escribir este artículo me surgió cuando un buen amigo me envió un WhatsApp sobre el postureo de los que presumen de sus conocimientos sobre el vino, y utilizan para referirse a él expresiones tan rimbombantes como: redondo en boca, evolucionado y jugoso, retrogusto a regaliz y frutos secos… Y claro, los que no tenemos ni idea nos quedamos un poco con la boca abierta y nos preguntamos si realmente saben de qué están hablando.

Pues bien, para comprobar cuánto postureo hay en el mundo de la enología, un grupo de escépticos se fue a una muestra de vinos naturales, y dio a probar a los presentes un vino tinto a granel que salía a un euro la botella… Se oyeron comentarios de este calibre cuando probaron el tintorro:

Me parece muy fresco, muy frutal, muy agradable, con notas así de yerbita, fácil y que está muy bueno.

Mucha fruta, mucha tonicidad, buena piel, muy fluido

Muy elegante en boca, muy buena entrada, muy redondo, no rasca para nada.

Junto a estos comentarios también hubo otros que calificaban el vino como lo que era, algo corriente, con mucha acidez y que no se les apetecía ni siquiera llevárselo a la boca.

Otra circunstancia en la que se pone de manifiesto el postureo es cuando tienes un malestar: cólico, esguince, lumbalgia… Siempre hay alguien que se convierte en improvisado médico y te aconseja sobre lo que tienes que hacer y sobre lo que no tenías que haber hecho. En algunos casos no tienen ni idea de lo que están hablando, pero qué más da, lo importante es que parezca que saben:

No hace mucho un amigo padeció un cólico que le hizo pasar una noche de perros con todo lo que esa indisposición conlleva y que no creo necesario detallar. Un familiar que lo visitó, después de informarse de lo ocurrido y sus circunstancias, comenzó su perorata:

―Es que eso te ha ocurrido por comer a destiempo. Verás, cuando tú te pones a comer, por mucho que comas, no pasa nada. Lo malo es que vuelvas a comer dos horas después que es cuando el cuerpo comienza la digestión, si haces eso cualquier cosa te sentará mal… Y dio una larga disertación de comas y no comas, sin que se le viera el punto final. Eso sí, se quedó muy satisfecho consigo mismo.

De manera resumida diremos que la digestión se inicia desde que comenzamos a masticar, su duración varía entre los diferentes individuos y se supedita al contenido de lo que ingerimos. Después de la comida los alimentos tardan de seis a ocho horas en pasar por el estómago y el intestino delgado… Bueno, ya está bien, no vayamos a caer en el postureo.

El entorno en el que más se prodiga el postureo es en la clase política. En algunos casos es intrínseco y en otros, contagioso. Son muchos los políticos a los que lo único que les preocupa es quedar bien y que la parte contraria quede mal. No importa que estemos viviendo una situación difícil en el ambiente sanitario o en otros ambientes. Algunos explican su postura con una evidente falta de convicción, y otros dicen lo contrario con la misma actitud artificiosa, unas veces con una amplia sonrisa, y otras, con un rictus de aparente preocupación… Así nos va. Cuidado que no me estoy refiriendo a todos los políticos, también están los que exponen sus ideas con altas dosis de criterio y ganas de mejorar las situaciones que estamos padeciendo… Y no entro en valorar ideologías… No por escurrir el bulto, sino porque eso sería otra historia que no corresponde a lo expuesto en este artículo.

Con mis mejores deseos, saludos cordiales.

Fernando Monge

fmongef@gmail.com

28/febrero/2021

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