CRUCERO
Tarde calurosa, calles desiertas, pasos acelerados buscando la sombra de los desvaídos árboles, de las altas paredes de los edificios, del portal del bloque. No, no estamos en verano. Ya hace días que llegó el otoño, que pasó el Veranillo de San Miguel o Veranillo del Membrillo ―se recoge la fruta del membrillero, aprovechando su maduración por las altas temperaturas―… Alivio térmico al entrar en la vivienda. Acerco a mis labios secos la pequeña botella de agua, descorro la cortina y me acomodo en la silla giratoria. Conecto el ordenador portátil y abro la carpeta de fotografías. De tarde en tarde, repaso acontecimientos familiares, reuniones de amigos, eventos culturales, o me veo inmerso en el recuerdo de algún viaje…
Salida del aeropuerto de San Pablo con dirección a Barcelona ―3 de mayo de 2014―. Llegada al aeropuerto de El Prat en la ciudad condal. Traslado a Las Franquesas del Vallés. Convivencia familiar con los que, en su día, buscaron el necesario trabajo en tierras catalanas. Cena con sabor andaluz, alojamiento y, a la mañana siguiente, traslado al puerto de la capital. El “Grand Holiday” será nuestra residencia durante algunos días. El mar Mediterráneo, con tiempo bonancible, se convertirá en el camino que nos llevará de puerto en puerto. Con la fotografía de rigor, comenzamos nuestro crucero… En la cubierta del barco, junto a la piscina Colón, el grupo musical “Los Paraguayos” ―arpa, guitarras y voces cadenciosas― ameniza la tibia mañana con chachachás, cumbias, bachatas y boleros.
Cuando los relojes marcan las 7:30 h, los autobuses ya enfilan el recorrido que separa los puertos de las ciudades elegidas para hacer turismo urbano. Los guías comienzan con sus detalladas explicaciones. Poco a poco, nos vamos familiarizando con los lugares. Así, cuando llegamos a la ciudad francesa de Marsella, sabemos que estamos en la Región Provenzal y que sus aguas pertenecen a la Costa Azul. Bajamos la escalerilla del autocar y disfrutamos de la belleza del puerto marsellés con su noria gigante y su concurrido mercado; nos embelesamos con el estilo románico-bizantino que luce la Basílica de Nuestra Señora de la Guarda… Al día siguiente, nos encontramos en el Principado de Mónaco. La complejidad del Casino de Montecarlo, el colorido de sus jardines, la sinuosidad del circuito de Fórmula 1, el histórico y lujoso Hotel París, El Palacio Real… Sucesión de imágenes grabadas en la memoria.
Después, Italia. Salida del Puerto de Savona y llegada a Milán en la región de Lombardía. El vibrante sonido de la ópera asoma a la puerta del Teatro de la Scala. En la Catedral de Santa María Naciente, se mezclan los estilos gótico, neoclásico y neogótico… Una fachada de ensueño ubica a uno de los templos más grandes del culto católico en la Piazza del Duomo… Siguiente día, llegada a la región de la Toscana desde el puerto de la Spezia. Florencia se engalana con una obra maestra del gótico… La Catedral de Santa María de la Flor. Y da cobijo a una leyenda popular con su Fontana del Porcellino ―nombre irónico, pues se trata de la estatua de un jabalí salvaje adulto―… Si se introduce una moneda en la boca del jabalí, la suerte está asegurada, y algún día puedes volver a Florencia… Muy cerca de Florencia, se encuentra Pisa con su torre inclinada… Una joya del arte románico.
Y Roma, capital de la región del Lacio y de Italia… La Ciudad Eterna. Plaza y Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, arquitectura renacentista y barroca… La Piedad de Miguel Ángel, la Guardia Suiza Pontificia… En centro de la ciudad, nos trasladamos al siglo I… Tenemos delante el Coliseo. No muy lejos, El Palatino, donde la tradición dice que Rómulo fundó Roma. Llegamos a La Fontana di Trevi, cerca de 40 metros de frente con estilo barroco. A las 4 de la tarde del 9 de mayo de 2014, nos detenemos en la barroca Plaza Navona. Con las bellas estampas del lugar y el sabor del helado de leche merengada, cogemos, como cada tarde, el autobús que nos lleva al barco.
En el barco, las noches suceden a las tardes primaverales con animaciones, música, comidas… Los talleres de baile en la cubierta; las degustaciones de langostinos a la plancha en un restaurante; los juegos de azar en las mesas de otro restaurante… Después de la refrescante ducha, viene la cena. Mesa compartida ―esto es opcional― con otras dos parejas (madrileña y catalana). El suave temblequeo del buque cuando inicia la marcha nocturna; el espectáculo de variedades; las coreografías y los bailes de pareja con actuaciones en vivo… Y al camarote, en busca del sueño reparador…
Cuando al cabo de unos días, con los termómetros marcando temperaturas más suaves, me dispongo a cerrar el artículo para entregarlo a la revista TODOMOTOR, veo la siguiente noticia en Google: “Los cruceros contaminan más que todos los coches de Europa” Continúo leyendo y compruebo que, por ejemplo, los cruceros que llegaron a Palma de Mallorca en 2017 emitieron 10 veces más dióxido de azufre (SOX) que todos los coches de la ciudad, según la Federación de Transporte y Medio Ambiente, una organización no gubernamental. Y aunque la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros rechaza el informe y reivindica su compromiso con la sostenibilidad… Es para estar preocupados.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
fmongef@gmail.com
PUBLICADO 20/octubre/2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Solo comentarios relacionados con la información de la página.