¿Y DESPUÉS, QUÉ?
La expansión del coronavirus
ha limitado la producción de muchas empresas, ha afectado a los mercados. Al
sector del automóvil era lo que le hacía falta. Los números no eran muy
alentadores al finalizar 2019 para las empresas del motor, ahora ha llegado el
COVID 19 y remata la faena.
Estábamos en plena reconversión
con los coches eléctricos, y esta situación de mercado estaba dejando
tambaleándose al sector. Las marcas hace muchos años venían haciendo una
inversión importante para presentar sus vehículos eléctricos, y las campañas en
todo el mundo eran muy agresivas para mentalizar
al futuro comprador que el vehículo eléctrico no era cosa del futuro, sino que era ya hora de cambiar nuestros coches por
la amplia oferta que presentaban en sus mundiales escaparates del automóvil.
El termómetro subió estrepitosamente
con la suspensión del Salón de Ginebra, donde las marcas pensaban dar el
empujoncito con sus nuevos diseños eléctricos. Esto no ocurrió, y el fielato de
stop en las compras dijeron hasta aquí hemos llegado.
El ser humano tiene la mala
costumbre de comer antes de comprarse un coche. Pero si además, empiezan a
moverse los cimientos del sustento laboral, y si los gobiernos proponen por
decreto que no podemos salir de casa y que solo se pueden abrir los establecimientos
de primera necesidad, ¡apaga y vámonos! Comprarse un vehículo no está dentro de
las primeras necesidades de los usuarios por muy sostenibles que sean, cómodos
y seguros.
¿Y
después, qué?
Creo que lo primero que se
está haciendo es lo más razonable, afrontar acabar con la pandemia en la
sociedad no sin grandes esfuerzos por parte de la población.
ERTES, cierre de empresas,
trabajos desde casa, poca o nada producción para tanto gasto personal y
económico.
Elucubrar es algo que todos
hacemos en algún momento del confinamiento del día, ¿qué
va a pasar después, cuando controlemos el virus? y, sobre todo, ¿cuánto va a durar todo esto?
Es evidente que cada persona hará
su propio balance, unos el más importante el de la salud, entre las personas
que han fallecido y el dolor con que tantas y tantas familias se han quedado.
Pero, punto y aparte.
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Los que tengamos la suerte de
seguir adelante, de ganarle la batalla al COVID 19, ¿cómo
vamos a arrancar? Una máquina como la economía de un país que pondrá todo de su
parte para que los daños no quiebren a una sociedad, rota y devastada. Unos
fondos de reserva que se han puesto al servicio del Estado para tapar todas las
necesidades que se han tenido que cubrir. Una Europa que se crea para solidaridad
de los países miembros y que, a las primeras de
cambio, se pone las manos atrás y se pone a silbar como si no fuera con ella.
Después habrá que volver
nuevamente a poner todos de nuestra parte, y entre todos levantar una sociedad
que quedará maltrecha, malherida y que habrá que resucitar.
La solidaridad de las grandes
empresas, los beneficios pretéritos de los que le han sacado rédito a sus
negocios, deberán servir para apoyar a una sociedad donde pequeños y medianos
empresarios se han quedado tiritando, sin poder levantar la cabeza maltrecha,
incluso muchos teniendo que cerrar sus establecimientos.
Habrá que empezar de cero y, entre todos, tendremos que poner nuestro grano de
arena. Después empezará nuestro sacrificio económico, el de todos, el de los
que más tienen que tendrán que ayudar a los que más necesitan.
Los cimientos de una sociedad
económica tal como la conocemos actualmente puede que pase a mejor vida, y
pasarán meses, incluso algunos años hasta que lleguemos a poder respirar de
nuevo.
Las nuevas tecnologías
seguirán avanzando pero, para ponerse a la
altura, la sociedad tendrá que recuperarse, el desempleo tendrá que bajar
paulatinamente, las empresas tendrán que recuperase, la caja de las pensiones
tendrá que redimirse con los nuevos empleos, y las puertas de la educación,
¡tan necesaria!, volverán
a abrirse para que sociedades como la nuestra vuelvan
a levantarse cuando desesperadamente vuelvan a caerse.
Será hora de hacer balance,
los vehículos se pondrán en marcha y volverán a ocupar la calzada, la movilidad
volverá a ser un problema para los ayuntamientos, y el reloj de nuestra vida
volverá a ponerse en hora.
Como siempre, los gastos nunca
deberán superar a los ingresos para no endeudarnos, ni económicamente, ni
éticamente, ni socialmente,
Con afecto y respeto,
Pepe Bejarano
todomotorsevilla@gmail.com
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