domingo, 18 de agosto de 2019

CEDA EL PASO


                                     ESTADO DE ÁNIMO



Algunos días se nos antojan diferentes o muy diferentes a los demás. Salimos a la calle y todo parece trastocado. Llegamos al paso de cebra y, como algunos vehículos no se detienen, lo cruzamos con cierto temor… Comenzamos a impacientarnos. Sacamos el coche del aparcamiento y, cuando iniciamos el recorrido, damos un frenazo porque un peatón se atraviesa imprudentemente, mirándonos con cara desafiante. Nos paramos en el semáforo en rojo… El cambio de color tarda una eternidad… Por fin, aparece el verde, pero los primeros de la fila salen con mucha lentitud. Llegamos a la rotonda y volvemos a frenar… Un listillo se ha lanzado al ruedo sin ningún miramiento. Tardamos en incorporarnos a la autovía… Los que circulan por la red principal vienen lanzados y no nos dejan… El que nos sigue comienza a tocar el claxon. Ya incorporados, vemos a una pareja adulta que sale de entre la maleza y cruza el asfalto por donde no debe. En el casco urbano, contemplamos los coches aparcados en doble fila, cerca de un bar. Al llegar a la bifurcación, uno que no respeta el stop nos obliga a frenar una vez más… La impaciencia nos supera y nos preguntamos a nosotros mismos “¿Qué le pasa hoy al personal?”...


¿Tan diferente ha sido el día? ¿Hemos visto cosas nunca vistas? ¿O somos nosotros los trastocados? Estoy escribiendo y tengo una imagen recibida por WhatsApp delante de mí. Una imagen que ha merecido mi atención y que, de alguna forma, ha sido la inspiración de este artículo.

Se trata de una popular ilustración creada por el dibujante inglés William Ely Hill que, con el sugerente título “Mi mujer y mi suegra”, fue publicada por la revista estadounidense de humor y sátira política Puck en 1915. Pasados más de cien años, las redes sociales han recuperado la popularidad de ese acertijo visual. El acertijo consiste en observar la imagen durante un segundo, y decir si vemos una mujer joven o una anciana… Puede ser que veamos una mujer joven tocada con un sombrero que mira hacia la derecha, o una anciana de nariz y mentón puntiagudos que cubre su cabello rizado con un pañuelo. Pues bien, las dos respuestas son correctas, y un estudio científico desvela que una u otra respuesta vienen determinadas por nuestra edad… Ese estudio dice que los más jóvenes verán, antes, a la mujer joven, y las personas de más edad visualizarán, en primer lugar, a la anciana. Según los expertos eso tiene que ver con la psicología, los sesgos y la detección neuronal, pero ahí no nos vamos a meter…

La edad cambia las prácticas sociales y las inquietudes culturales y, por consiguiente, cada edad nos brinda diferentes perspectivas que nos hace ver la vida y las imágenes de distinta forma. Yo pienso que ese es el motivo por el que vemos una mujer joven, una mujer mayor y, como el ánimo es cambiante, podemos ver las dos mujeres. En definitiva, parece evidente que, con el paso de los años, se va transformando nuestro estado anímico y, para bien o para mal, no a todas las personas del mismo modo.

Pero ocurre que el estado de ánimo no se transforma solamente con la edad. En cualquier etapa de nuestra vida, sufrimos o  disfrutamos de periodos malos o buenos… Periodos que pueden durar un mes, una semana o un día… Un día en el que cualquier situación se convierte en una contrariedad… En casa, nos parece que toda la familia está de mal humor. En el portal, pensamos que el vecino no se ha mostrado muy simpático. Cuando recogemos una carta certificada en Correos, creemos que la persona que nos atiende no es muy amable… Y cuando caminamos por la calle o cogemos el coche, divisamos un ruidoso desorden: los conductores no respetan las señales, los peatones atraviesan la calle por donde les viene en gana, los ciclistas campan a sus anchas por la vía pública, se aparca en cualquier sitio…

Vuelvo a preguntar: ¿Todos se han vuelto antipáticos y malhumorados? ¿Todos están infringiendo las normas?... ¿O será que nuestro estado de ánimo no es el mejor?... Sería conveniente barajar la probabilidad de estar sufriendo ese mal día al que nos referimos en el párrafo anterior… Que nos hemos levantado de mal humor, y nos parece que todo el mundo está de mal humor… Que tenemos el espíritu alterado, y nuestra imaginación altera todo lo que nos rodea… Y lo que sucede a diario, con más o menos frecuencia, lo vemos como algo excepcional y catastrófico.

Si esto nos ocurre de tarde en tarde, no debemos preocuparnos, pero si nos pasa con frecuencia, vigilemos el estado de ánimo… Por el bien de nuestra propia salud.

Con mis mejores deseos, saludos cordiales.

Fernando Monge
10/marzo/2019
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