ESTADO DE ÁNIMO
Algunos días se nos antojan diferentes o muy diferentes a los
demás. Salimos a la calle y todo parece trastocado. Llegamos al paso de cebra y,
como algunos vehículos no se detienen, lo cruzamos con cierto temor… Comenzamos
a impacientarnos. Sacamos el coche del aparcamiento y, cuando iniciamos el
recorrido, damos un frenazo porque un peatón se atraviesa imprudentemente,
mirándonos con cara desafiante. Nos paramos en el semáforo en rojo… El cambio
de color tarda una eternidad… Por fin, aparece el verde, pero los primeros de
la fila salen con mucha lentitud. Llegamos a la rotonda y volvemos a frenar… Un
listillo se ha lanzado al ruedo sin ningún miramiento. Tardamos en
incorporarnos a la autovía… Los que circulan por la red principal vienen
lanzados y no nos dejan… El que nos sigue comienza a tocar el claxon. Ya incorporados,
vemos a una pareja adulta que sale de entre la maleza y cruza el asfalto por
donde no debe. En el casco urbano, contemplamos los coches aparcados en doble
fila, cerca de un bar. Al llegar a la bifurcación, uno que no respeta el stop
nos obliga a frenar una vez más… La impaciencia nos supera y nos preguntamos a
nosotros mismos “¿Qué le pasa hoy al personal?”...
¿Tan diferente ha sido el día? ¿Hemos visto cosas nunca
vistas? ¿O somos nosotros los trastocados? Estoy escribiendo y tengo una imagen
recibida por WhatsApp delante de mí. Una imagen que ha merecido mi atención y que,
de alguna forma, ha sido la inspiración de este artículo.
Se trata de una popular ilustración creada por el dibujante
inglés William Ely Hill que, con el sugerente título “Mi mujer y mi suegra”,
fue publicada por la revista estadounidense de humor y sátira política Puck en
1915. Pasados más de cien años, las redes sociales han recuperado la
popularidad de ese acertijo visual. El acertijo consiste en observar la imagen
durante un segundo, y decir si vemos una mujer joven o una anciana… Puede ser
que veamos una mujer joven tocada con un sombrero que mira hacia la derecha, o
una anciana de nariz y mentón puntiagudos que cubre su cabello rizado con un
pañuelo. Pues bien, las dos respuestas son correctas, y un estudio científico
desvela que una u otra respuesta vienen determinadas por nuestra edad… Ese
estudio dice que los más jóvenes verán, antes, a la mujer joven, y las personas
de más edad visualizarán, en primer lugar, a la anciana. Según los expertos eso
tiene que ver con la psicología, los sesgos y la detección neuronal, pero ahí
no nos vamos a meter…
La edad cambia las prácticas sociales y las inquietudes
culturales y, por consiguiente, cada edad nos brinda diferentes perspectivas
que nos hace ver la vida y las imágenes de distinta forma. Yo pienso que ese es
el motivo por el que vemos una mujer joven, una mujer mayor y, como el ánimo es
cambiante, podemos ver las dos mujeres. En definitiva, parece evidente que, con
el paso de los años, se va transformando nuestro estado anímico y, para bien o
para mal, no a todas las personas del mismo modo.
Pero ocurre que el estado de ánimo no se transforma solamente
con la edad. En cualquier etapa de nuestra vida, sufrimos o disfrutamos de periodos malos o buenos…
Periodos que pueden durar un mes, una semana o un día… Un día en el que
cualquier situación se convierte en una contrariedad… En casa, nos parece que
toda la familia está de mal humor. En el portal, pensamos que el vecino no se
ha mostrado muy simpático. Cuando recogemos una carta certificada en Correos,
creemos que la persona que nos atiende no es muy amable… Y cuando caminamos por
la calle o cogemos el coche, divisamos un ruidoso desorden: los conductores no
respetan las señales, los peatones atraviesan la calle por donde les viene en
gana, los ciclistas campan a sus anchas por la vía pública, se aparca en
cualquier sitio…
Vuelvo a preguntar: ¿Todos se han vuelto antipáticos y
malhumorados? ¿Todos están infringiendo las normas?... ¿O será que nuestro
estado de ánimo no es el mejor?... Sería conveniente barajar la probabilidad de
estar sufriendo ese mal día al que nos referimos en el párrafo anterior… Que
nos hemos levantado de mal humor, y nos parece que todo el mundo está de mal
humor… Que tenemos el espíritu alterado, y nuestra imaginación altera todo lo
que nos rodea… Y lo que sucede a diario, con más o menos frecuencia, lo vemos
como algo excepcional y catastrófico.
Si esto nos ocurre de tarde en tarde, no debemos
preocuparnos, pero si nos pasa con frecuencia, vigilemos el estado de ánimo…
Por el bien de nuestra propia salud.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
10/marzo/2019
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