Expertos en urbanismo y movilidad de la Universitat Oberta
de Cataluña(UOC) han emplazado a los políticos a poner más vigor en las medidas
para fomentar que las bicicletas sustituyan a los coches en las grandes
ciudades, aunque reconocen que el aumento de ciclistas obligará a modificar el
modelo urbanístico.
Desde 2007, el número de desplazamientos diarios en
bicicleta en la ciudad de Barcelona se ha duplicado al pasar de 86.406 a
145.022, según datos del Ayuntamiento de Barcelona, que también reflejan el
ascenso del uso de la bicicleta pública de alquiler, el Bicing.
Según la investigadora del grupo de urbanismo de la UOC
Laura Calvet-Mir, el incremento exponencial del uso de la bici en la ciudad ha
añadido "una fuerte presión en la vía urbana y obliga a la administración
a replantear el modelo de ciudad".
Con motivo del Día Internacional de la Bicicleta, que se
celebra el próximo el 19 de abril, y el décimo aniversario del Bicing,
Calvet-Mir ha denunciado que "se ha apostado por construir grandes
estructuras de movilidad para el transporte de motor, pero es cuestión de
voluntad política que el modelo vuelva a cambiar hacia un sistema más
sostenible".
Con capitales europeas como Amsterdam o Copenhague como
referente, ciudades como Barcelona y Madrid se encuentran actualmente en
transición, "pero la timidez con que la Administración legisla nos lleva a
una convivencia aún en conflicto entre coches, bicicletas y peatones",
según Calvet-Mir.
"En el caso de Barcelona, hay que replantear el modelo
de transporte de toda el área metropolitana. Hay que apostar y legislar para
cambiar el modelo", afirma la investigadora, que aplaude el cambio de
concepción del Ayuntamiento de Barcelona, que apuesta por reducir el espacio de
los coches en favor de los ciclistas y mantener las aceras anchas para los
peatones.
"No es cierto que las ciudades no estén hechas para
desplazarse en bicicleta", afirma Calvet-Mir, que recuerda que a
principios del siglo pasado era muy frecuente emplear la bicicleta en una
ciudad como Barcelona.
Argumenta que fue la generalización del uso del coche y el
desplazamiento de la actividad industrial a la periferia de la ciudad lo que
acabó imponiendo un cambio urbanístico en el modelo de ciudad en el que el
coche es predominante y la bici ha sido expulsada.
De la misma opinión es Daniel Cabezas, autor de "La
revolución silenciosa. La bicicleta como motor del cambio en el siglo XXI"
(editorial UOC), que recuerda que hay ciudades con condiciones adversas -frío,
nieve, desniveles- en las que los habitantes se mueven en bicicleta sin
problema.
Además, destaca el caso de Vitoria-Gasteiz "donde
entendieron a la perfección que la bicicleta no entiende de colores políticos y
que apostar por ella beneficia a todos".
"Cada uno de los alcaldes de los diferentes partidos
que han ido pasando por el Ayuntamiento de Vitoria han profundizado en un
modelo de ciudad que, aunque todavía tiene asignaturas pendientes, es un modelo
a imitar, con un 13% de los desplazamientos en bicicleta", defiende
Cabezas.
Los expertos reconocen que el elevado número de ciclistas
en ciudades como Barcelona genera problemas como la circulación por las aceras,
los peatones que no respetan los carriles bici o la inseguridad viaria para los
ciclistas.
"Tengo la sensación de que se está haciendo hincapié
casi exclusivamente en la construcción de nuevas infraestructuras ciclistas,
pero no son la única necesidad: hay que invertir en concienciación de los
conductores y formación de los ciclistas para profundizar en un mayor respeto
entre todos los actores de la vía. Y, sobre todo, tener determinación política
para restar espacio al coche", apunta Cabezas.
Precisamente, uno de los caballos de batalla de los
ayuntamientos de Barcelona y Madrid es el conflicto entre peatones, coches y
bicicletas.
"En sociedades muy reguladas, respondemos más
agresivamente cuando creemos que el otro se salta una norma. La agresividad es
una respuesta clásica cuando hay exceso de regulación", ha argumentado el
sociólogo Francesc Núñez, investigador del grupo GRECS de la UOC.
Según Núñez, "ahora mismo, ciclistas y peatones hablan
en códigos diferentes y, por tanto, hay que hacer pedagogía para garantizar el
respeto y la convivencia entre los actores".
Además de los beneficios en bienestar, sociales y
medioambientales, los expertos subrayan los beneficios económicos vinculados al
regreso de la bicicleta en las ciudades.
La bicicleta genera 650.000 puestos de trabajo en Europa
(35.000 en España), y se calcula que llegarán al millón en 2020.
Varios estudios demuestran que los trabajadores que usan la
bici para ir al trabajo están menos estresados, son más felices y productivos.
En el caso de Cataluña, un informe de la Generalitat cifra
en 1.300 millones de euros al año el impacto directo sobre la economía del
sector de la bicicleta y que genera un ahorro de 90 millones a las arcas
públicas si se tienen en cuenta la accidentalidad, la contaminación, la
congestión o el uso de las infraestructuras.
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