Las boinas de contaminación
que, lamentablemente, cubren los cielos de muchas de nuestras ciudades piden a
gritos un cambio en nuestros hábitos energéticos. Más de 400.000 personas
mueren prematuramente cada año en la Unión Europea (UE) por la mala calidad del
aire y varios millones padecen enfermedades respiratorias y cardiovasculares
provocadas por la contaminación, según la Organización Mundial de la Salud
(OMS), que además apunta que el 92% de la población mundial vive en lugares
donde no se respetan las directrices de la OMS sobre la calidad del aire.
La Comisión Europea (CE)
advirtió el pasado febrero a España (y a otros cuatro países de la UE) de
superar continuadamente los límites de contaminación permitidos. En el caso de
nuestro país, el problema radica sobre todo en las dos ciudades principales,
Madrid y Barcelona, cuyos ayuntamientos lanzaron ya el año pasado medidas para
restringir la circulación.
Según los expertos, la calidad
del aire de cada municipio, aunque depende exclusivamente de dicho municipio,
se ve perjudicada principalmente por tres motivos: la calefacción doméstica,
los procesos industriales peri-urbanos y sobre todo el transporte por
carretera, responsable de más del 65% de la contaminación.
“En España, el transporte
pesado por carretera emite alrededor de 22 MtCO2 equivalentes”, según el
informe Un modelo energético sostenible para España en 2050, elaborado por
Deloitte, que aboga por promover el gas natural como combustible en el
transporte para mejorar la calidad del aire.
Según los expertos, el gas
natural vehicular (GNV), tanto en su uso como gas natural comprimido (GNC) para
el transporte ligero, como su empleo como gas natural licuado (GNL) para barcos
y transporte pesado, está llamado a ser el combustible del futuro en el transporte
debido a sus múltiples ventajas, no solo económicas sino también
medioambientales.
El gas natural es la fuente de
energía más limpia, menos contaminante y con menor contenido en carbono de
todos los combustibles fósiles, por lo que toma una especial importancia para
la reducción de las emisiones de agentes contaminantes y para la mejora de la
calidad del aire. En comparación con otros combustibles, el gas natural reduce
considerablemente las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y casi completamente
las emisiones de partículas en suspensión y dióxido de azufre (SO2),
principales causantes de problemas de salud respiratorios.
Principales Contaminantes Atmosféricos
Más allá de la calidad del
aire, el gas natural contribuye también a la lucha contra el cambio climático
puesto que reduce de media un 25% las emisiones de dióxido de carbono (CO2),
principal causante del efecto invernadero.
El gas natural juega un papel
clave hacia un planeta más sostenible puesto que en su combustión produce de un
40 a un 45% menos dióxido de carbono (CO2) que el carbón y entre un 20 y un 30%
menos que los productos petrolíferos. Así, cada m3 de gas natural consumido
evita la emisión a la atmósfera de 1,6 kg de CO2 (en sustitución del carbón) y
0,7 Kg de CO2 (en sustitución de productos petrolíferos).
Apostar por el gas natural
“El gas natural es ya una
tecnología suficientemente madura para jugar un papel relevante en la reducción
de las emisiones”, según el informe de Deloitte que explica que para impulsar
esta energía como combustible “se deberían desarrollar los mecanismos adecuados
y la regulación apropiada que incentiven la construcción de infraestructuras de
repostaje; crear una estrategia de desarrollo e implementación del gas natural
para el transporte pesado; y realizar campañas de difusión para comunicar sus
ventajas”.
El número de vehículos en
España que utilizan el gas natural como combustible crece cada año y se sitúa
actualmente por encima de los 6.000, lejos de países como Italia o Alemania y
de los 20 millones de vehículos que utilizan gas natural en todo el mundo,
según datos de la Asociación Ibérica de Gas Natural para la Movilidad (Gasnam).
A priori, según el mismo
informe, “la principal barrera para el despliegue de vehículos pesados de gas
natural puede ser la limitada disponibilidad de estaciones de repostaje de gas
natural en la geografía española. Sin embargo, dado que en el caso de los
camiones suele tratarse de flotas de empresas o tienen asignadas estaciones de
repostaje concretas, únicamente se necesitaría la adaptación de aquellas
estaciones de repostaje con previsiones de elevada demanda”.
De la misma manera que ocurre
con el transporte por carretera, el GNV, en su modalidad licuada o GNL, es
también un combustible con gran potencial para descarbonizar el transporte
marítimo puesto que la gran mayoría de las embarcaciones funcionan actualmente
con productos derivados del petróleo.
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