Asistimos estos días a la
recurrente polémica de si había una edad límite para conducir y si esta debía
imponerse por ley. Como se ha demostrado en la práctica, las aptitudes al
volante no dependen tanto de los años del conductor sino de su estado de salud
(hay pilotos de competición en activo muy veteranos).
Existen una serie de patologías, no
siempre relacionadas con la edad, que pueden llegar a ser incompatibles con la
conducción de vehículos. Será siempre una evaluación médica del sujeto la que
determinará su aptitud para conservar el permiso de conducir. Aunque el propio
conductor debe ser también consciente de sus limitaciones y renunciar a ponerse
él mismo y a los demás en peligro aunque sea por un problema de salud
transitorio. A continuación se enumeran un conjunto de enfermedades por las
cuales, atendiendo siempre a su gravedad, se desaconseja a quienes las padecen
ponerse al volante de un vehículo.
1) Enfermedades neurológicas:
trastornos de la psique, esquizofrenia, epilepsia o trastornos graves del sueño
como la narcolepsia.
2) Enfermedades neurodegenerativas:
Parkinson, Alzheimer, esclerosis, atrofia muscular, etc.
3) Enfermedades de la visión:
miopía, glaucoma, degeneración macular, cataratas, diplopía (visión doble),
blefaroespamos (parpadeos incontrolados) o cualquier afección ocular que reduzca
o afecte de forma importante la visión en ambos ojos y que no pueda ser
compensada mediante lentes o cirugía.
4) Enfermedades circulatorias:
insuficiencias cardiacas severas, cardiomiopatías, hipertensión grave,
arritmias, como las más destacadas dentro de un largo etcétera.
5) Enfermedades respiratorias:
insuficiencia, disnea, asma crónica severa...
6) Enfermedades del equilibrio y la
coordinación: afecciones que alteren el sentido del equilibrio y que puedan
desestabilizar al paciente de forma permanente o pasajera, afecciones que
provoquen convulsiones o descoordinación motora.
7) Enfermedades paralizantes de los
miembros superiores: parálisis que no puedan ser compensadas con prótesis o
adaptaciones del vehículo.
8) Enfermedades mentales: psicosis,
depresión o dependencias.
9) Enfermedades reumáticas graves:
artritis con limitación del movimiento articular, artrosis invalidantes, etc.
10) Enfermedades metabólicas y
endocrinas. Por ejemplo, algunos tipos de diabetes y su tratamiento por
insulina o hipoglucemiantes requieren evaluaciones periódicas del médico porque
pueden interferir de forma grave en la conducción.
Además, en un gran número de
patologías, de forma indirecta, existen las muy diversas incompatibilidades
medicamentosas que impiden la conducción independientemente de la gravedad de
la enfermedad que se padezca. Incluso algunos fármacos como los utilizados en
el tratamiento quimioterapéutico del cáncer perduran en sus efectos meses
después de ser interrumpidos.
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