La
compañía automovilística Hella ha advertido este miércoles sobre las
consecuencias de llevar un sistema de aire acondicionado en el coche en mal
estado. De esta manera, alerta de que esta circunstancia no afecta solo a la
comodidad del conductor, sino que tiene efectos perjudiciales en la salud, en
la seguridad y en el ahorro.
El estado
del aire acondicionado puede marcar la diferencia entre un buen viaje y un
viaje agobiante y pesado. No solo por el calor, sino porque, con el paso del
tiempo, las partículas de suciedad que el filtro del habitáculo mantiene a raya
reaccionan ante la humedad del aire, formando olores desagradables. Por ello,
es recomendable sustituirlo de manera periódica y desinfectar el evaporador.
Pero las
consecuencias no amenazan solo al bienestar del usuario. Según Hella, la
capacidad de concentración se reduce y el cuerpo se cansa más rápidamente según
aumenta la temperatura del ambiente, al tiempo que disminuye la capacidad de
reacción, con el consiguiente aumento de posibilidades de sufrir un accidente.
También
tiene efectos nocivos para la salud si no se desinfecta el aparato con
regularidad. Por su ubicación, el evaporador ofrece las condiciones ideales
para la aparición de bacterias, hongos y otros microorganismos que, al llegar
al interior del coche a través del sistema de ventilación, pueden provocar
reacciones alérgicas y problemas para las personas con enfermedades
respiratorias.
Por otra
parte, la compañía también ha advertido del impacto en nuestro bolsillo de un
sistema de aire acondicionado en mal estado. Con el paso del tiempo, la
potencia de refrigeración disminuye por la pérdida natural del gas refrigerante
y se corre el peligro de sufrir daños en el compresor, cuyos costes son
elevados.
Además,
si falta gas refrigerante, el compresor funciona más a menudo y durante más tiempo
del habitual para mantener la potencia de refrigeración de manera continua, lo
que conlleva un consumo extra de combustible de entre el 5% y el 10%, aunque
depende del tipo de aire acondicionado, de la situación en la que circule el
vehículo, la temperatura exterior y las costumbres del conductor.
Mientras
que el consumo extra es algo mayor en ciudad que en la conducción interurbana o
en autovía, los vehículos que viajan sin aire acondicionado suelen circular con
las ventanas o techos solares abiertos, lo que aumenta también casi en la misma
medida el consumo de combustible debido a la elevada resistencia al aire.
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