La compañía subsidiaria quattro GmbH,
propiedad de Audi, fabrica el nuevo R8 en el complejo “Audi Böllinger Höfe”.
En las instalaciones, con una superficie
de producción de 30.000 metros cuadrados, 492 empleados realizan las
operaciones de montaje.
Cada nuevo Audi R8 se somete a un
proceso estricto de control de calidad en la pista de pruebas situada en la
misma planta.
El nuevo
Audi R8 se fabrica en las instalaciones de quattro GmbH en el nuevo complejo
“Audi Böllinger Höfe”, situado en Heilbronn, muy cerca de Neckarsulm. Un total
de 492 operarios realizan un meticuloso trabajo de precisión para elaborar el
chasis ASF de aluminio, que por primera vez en el Audi R8 se combina con
polímero reforzado con fibra de carbono (CFRP), reduciendo el peso en 32 kilos
en comparación con el del modelo anterior.
La compañía subsidiaria propiedad de
Audi, quattro GmbH, es la encargada de la fabricación del nuevo Audi R8 en el
complejo “Audi Böllinger Höfe”, donde el deportivo de la marca de los cuatro
aros se ensambla de forma casi artesanal. El parque empresarial “Audi Böllinger
Höfe” ocupa 23 hectáreas, y aunque la fábrica –cuya superficie de producción
mide 30.000 m2 – se encuentra en la localidad de Heilbronn, la cuarta parte de
la superficie total del complejo está en la ciudad de Neckarsulm. Con su
entrada en funcionamiento, Audi optimiza sus procesos en la fábrica central de
Neckarsulm, concentrando así todas las funciones centrales de quattro GmbH en
una misma ubicación.
Del montaje del nuevo Audi R8 se
encargan 492 empleados altamente cualificados, siguiendo un proceso manual
flexible. El proceso se inicia con la fabricación del chasis: los especialistas
sueldan de forma manual los distintos elementos que conforman la estructura
Audi Space Frame –ASF–, compuesta de un módulo frontal, la sección central del
suelo y el módulo trasero, todos ellos realizados con piezas de aluminio
fundido y perfiles extruidos; posteriormente, los tres módulos se unen a la
parte inferior. Jochen Wagner, director de la fábrica, explica: “En la sección
de carrocería, todos los empleados sueldan manualmente el aluminio, una
operación que requiere mucha pericia y un alto grado de concentración”. En el
ASF del nuevo Audi R8, la longitud combinada de las soldaduras entre los
componentes de aluminio suma 89 metros.
En esta fase de la fabricación los
robots sólo se encargan de los procesos de unión en frío utilizados para unir
el aluminio y el CFRP, en los que no interviene la soldadura. El chasis ASF del
Audi R8 contiene 270 remaches semitubulares, 207 remaches ciegos, 241 tornillos
métricos y 270 tornillos autorroscantes. Un revestimiento catódico por
inmersión, un adhesivo específicamente desarrollado y un aislante especial
aseguran que las aleaciones metálicas no se corroen en las áreas de contacto
con el CFRP.
La construcción multimaterial
El nuevo chasis ASF multimaterial es la
base para el concepto de diseño ligero de este deportivo de altas prestaciones.
Audi utiliza el nuevo material CFRP sólo cuando obtiene mejores resultados que
el aluminio: en la pared trasera, en el túnel central y en los pilares B de
tres secciones. Fabricados mediante un proceso de moldeado por transferencia de
resina, Audi aprovecha al máximo las cualidades de este material. Así, en el
larguero transversal de la pared trasera, donde lo que importa es la
resistencia en sentido transversal, las capas de fibra –hasta un total de 14,
para formar una lámina de 5 mm– están alineadas principalmente de forma
unidireccional. En los refuerzos del pilar B, por otra parte, las capas están
alineadas en todas las direcciones para soportar las cargas longitudinales y
transversales.
En la cabina de acabado los operarios le
dan a la carrocería el toque final, antes de pasar a la sección de montaje. Se
utilizan sofisticadas herramientas de medición para detectar cualquier defecto
o posibles imperfecciones de hasta un micromilímetro, aunque existen fallos que
sólo se detectan manualmente, a través del tacto. Para ello es necesario una
habilidad especial. Jan Koprivnik, uno de los carroceros encargado de esta
fase, comenta “Esta sensibilidad puede entrenarse pero sólo hasta cierto punto,
para llevar a cabo este control con éxito también hace falta una buena dosis de
talento”.
Carros de transporte autopropulsados
Una vez terminada, la carrocería se
transfiere al área de montaje mediante un sistema de transporte automatizado
que utiliza carros de ensamblaje autopropulsados. Denominado DTS (driverless
transport system), esta innovación de Audi utiliza condensadores de alta
capacidad como fuente de energía, y se desplaza a través del suelo de la planta
mediante un escáner láser y un sistema de identificación que funciona mediante
radio frecuencia. En el área de montaje, cuya cadena tiene forma de U y consta
de 15 puestos, los trabajadores llevan a cabo una gran cantidad de trabajos
manuales, en ciclos que duran unos 40 minutos cada uno; a modo de comparación,
el ciclo equivalente en la producción de un coche en serie tiene una duración
de unos 5 minutos.
No hay transportes suspendidos, ni
puestos de montaje clásicos. Los elementos de propulsión y la suspensión están
ya premontados y se instalan independientemente, en un proceso flexible que
permite fabricar en paralelo el modelo de competición R8 LMS. “Los trabajadores
tienen que montar hasta 50 piezas en un orden determinado, utilizando para ello
hasta 12 herramientas diferentes”, comenta Wagner. Se instalan aquí los
instrumentos, el cableado, el revestimiento interior, el motor y la caja de
cambios.
En esta fase de montaje se utilizan los
últimos estándares de ergonomía. Los carros DTS tienen un ajuste de altura
continuo de hasta 1,2 m. Los conductos de frenos y refrigerante se colocan por
debajo en una plataforma que se eleva, gira lateralmente y que puede rotar
hasta el coche en ambas direcciones hasta 90 grados, lo que permite a los
operarios ejecutar las distintas tareas de montaje en los bajos del vehículo
sin tener que levantar los brazos por encima de sus cabezas. “Gracias al
novedoso sistema de guiado y navegación, los carros DTS se orientan de manera
dinámica” explica Wagner. “Además, es posible regular la altura para permitir
siempre la posición ergonómica ideal para cada empleado. Así, hemos dado un
gran paso adelante en dirección a la Fábrica Inteligente”.
El control de calidad
El Audi R8 recién fabricado pasa a un
centro de pruebas que comprende seis ciclos separados para comprobar su
funcionamiento inicial. Cada nuevo R8 tiene que superar un proceso estricto de
control de calidad en la pista de pruebas de la planta. Sadik Morina, piloto de
pruebas, es uno de los encargados de que la puesta a punto de cada Audi R8 sea
la correcta, comprobando que todo ajusta a la perfección incluso en una zona
especialmente bacheada que sirve para detectar desajustes o posibles ruidos
extraños. “En el posterior test en carretera probaremos también el coche a
velocidades mayores, y nos aseguraremos de que todo funcione a la perfección”,
detalla Morina. Sólo tras esta fase, que incluye aproximadamente una hora de
conducción en carreteras públicas y autopistas, el Audi R8 está preparado para
ser entregado a sus clientes.
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