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La OCU informa en un comunicado que los fabricantes de
automóviles, para reducir las emisiones de CO2, comercializan vehículos
"en teoría menos contaminantes", aunque, en su opinión, "la
realidad es que estas reducciones son bastante menores a las anunciadas".
Así, el informe recoge las mediciones reales del consumo
y de los gases emitidos por los automóviles, que siempre son superiores a las
publicadas. Según datos de un estudio del Consejo Internacional para el
Transporte Limpio (ICCT), la diferencia entre los datos anunciados y los reales
ha pasado del 10% en 2011 al 25% en 2012.
Esta variación se traduce en un sobrecoste de 300 euros
anuales para el automovilistas. Según las asociaciones de consumidores, los
fabricantes utilizan diferentes "trucos" para obtener menores
emisiones en las homologaciones, como hinchar los neumáticos más de lo normal,
usar ruedas de baja resistencia a la rodadura o camuflar salientes del coche
para mejorar la aerodinámica.
Ante esta situación, las organizaciones solicitan la
aplicación desde 2017 del Worldwide Light Duty Test Procedure (WLTP), como un protocolo
que permite evitar dichos trucos y mejorar el actual ciclo de homologación de
consumo.
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