LA CIRCULACIÓN Y EL PROGRESO
Desde hace muchos años, la
circulación de vehículos y personas por la vía pública es algo tan normal para
nosotros que nadie se plantea, a estas alturas, si es bueno o malo, simplemente
es así. Todos los días, cuando nos levantamos y salimos a la calle, nos vemos
inmersos en ella.
Si cogemos el coche para ir al
trabajo o para desayunar, por poner un ejemplo, ya formaremos parte del tráfico
rodado. Pondremos el automóvil en marcha e iremos cumpliendo con las normas que están recogidas
en el código de la circulación: parar en los semáforos, en los pasos de cebra y
siempre que la situación lo requiera. Si decidimos caminar, también nos
meteremos en la vorágine circulatoria. Tendremos que atravesar la calzada,
respetando las normas que los peatones debemos cumplir. Y desde hace algún
tiempo, incluso andando por la acera, hay que tener cuidado con la presencia de
ciclistas. Da igual que el espacio por el que nos desplazamos cuente, o no, con
carril bici.
Como todos los días nos llegan
noticias alarmantes: que los accidentes de tráfico se han convertido en una
lacra social, que son la mayor causa de muerte juvenil en todo el mundo; nos
quejamos del peligro y la inquietud que supone, en nuestro deambular cotidiano,
el tránsito de vehículos.
Si después de lo anteriormente
expuesto, nos planteamos que, con este invento, hemos perdido todos… Es
opinable. Es que un mundo sin circulación vial sería idílico, dirán algunos. Un
mundo sin ruidos, sin accidentes de tráfico, sin estrés…, dirán otros que
comparten la misma opinión, sería un prodigio.
Pero en la civilización, ya en
el siglo XXI, el progreso no tienen vuelta atrás. El progreso es avance y
perfeccionamiento. No estamos, por tanto, ante un fenómeno social, sino ante
algo común, natural y lógico. En todas las civilizaciones, una de las
prioridades ─sociales, técnicas, económicas o científicas─ es progresar. Por
consiguiente, debemos tratar la cuestión desde una óptica más positiva. Todos
los años salvan la vida muchísimas personas que han sido trasladadas a centros
hospitalarios con el tiempo suficiente para ser atendidas. La movilidad
circulatoria nos da la oportunidad de acceder a centros de trabajo, de
enseñanza, de investigación…
Y como es cierto que todo
funciona mejor si está bien regulado: es de sentido común la divulgación de
campañas para estimular la utilización del transporte público, evitando así el
uso innecesario del coche; es de sentido común la revisión y puesta a punto del
vehículo, para nuestra seguridad y para beneficio del medio ambiente; y, en
definitiva, es de sentido común la aplicación de todas las medidas necesarias para que el tráfico no
sea una inevitable y permanente pesadilla.
Ya en el ecuador de las fiestas
navideñas, se multiplicarán los desplazamientos en toda la red vial, y será el
momento de extremar las precauciones para evitar accidentes que puedan ensombrecer las
entrañables reuniones familiares: no coger el coche si hemos ingerido alcohol o
cualquier otra droga, no superar los límites de velocidad establecidos, no
iniciar adelantamientos peligrosos, no manipular alimentos u objetos que puedan
distraer nuestra atención en la carretera o en la ciudad… Porque no cometer
imprudencias es una saludable manifestación de progreso.
Familia de TODOMOTOR, feliz
Año Nuevo
Fernando Monge
30/diciembre/2017
fmongef@gmail.com