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Ello
ha llevado a Toyota, cuya verdadera apuesta en los últimos años ha sido por la
tecnología híbrida, a replantearse su estrategia de propulsiones alternativas:
en este momento, la compañía nipona ve un futuro de cero emisiones más tangible
y prometedor en la pila de combustible de hidrógeno que en la movilidad
eléctrica.
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Toyota
lo intentó: en 2010 adquiría un 3% de acciones de Tesla para después, en 2011,
firmar un acuerdo de desarrollo conjunto por valor de 100 millones de dólares y
al que se le sumaría el de suministro de baterías. Pero "es obvio que
Toyota no ve un mercado de coches eléctricos", sostiene John O'Dell,
analista de movilidad ecológica para la investigadora Edmunds.com, al NYT.
"En realidad ven el futuro de los vehículos de cero emisiones en el
hidrógeno".