En
un comunicado del que se hace eco el New York Times, Toyota
reconoce que está "reevaluando" su vehículo eléctrico RAV4, así como
la colaboración con Tesla por la que ha recibido unas 2.500 baterías
eléctricas, una vez que el RAV4 eléctrico no se ha vendido como esperaban las
previsiones de la firma, a pesar de las cómodas opciones de financiación con
las que se ofrecía.
Ello
ha llevado a Toyota, cuya verdadera apuesta en los últimos años ha sido por la
tecnología híbrida, a replantearse su estrategia de propulsiones alternativas:
en este momento, la compañía nipona ve un futuro de cero emisiones más tangible
y prometedor en la pila de combustible de hidrógeno que en la movilidad
eléctrica.
Y
tan tangible: ya el año pasado pudimos ver una versión muy conseguida de su
primer automóvil de hidrógeno, el FCV Concept, cuyo modelo de producción está
previsto sea lanzado al mercado estadounidense ya en 2015.
Toyota
lo intentó: en 2010 adquiría un 3% de acciones de Tesla para después, en 2011,
firmar un acuerdo de desarrollo conjunto por valor de 100 millones de dólares y
al que se le sumaría el de suministro de baterías. Pero "es obvio que
Toyota no ve un mercado de coches eléctricos", sostiene John O'Dell,
analista de movilidad ecológica para la investigadora Edmunds.com, al NYT.
"En realidad ven el futuro de los vehículos de cero emisiones en el
hidrógeno".
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