LA TERTULIA
Una robusta puerta ―con dos hojas de madera veteada y de color gris, una mano de bronce agarrando una bola, que sirve de aldaba y una enorme cerradura― sirve de acceso a la farmacia del blanco pueblo onubense. En la parte posterior tiene un gigantesco cerrojo. Desde las ocho de la mañana y hasta la hora de abrazar a Morfeo, siempre está abierta… No hay un horario establecido y los clientes entran y salen con sus medicamentos y los elementos de ferretería, droguería o electricidad ―hay de todo, como en botica― que el rechoncho farmacéutico, solterón empedernido, despacha ayudado por una diligente y amable señora de corta y nívea melena con la que no tiene ningún parentesco, pero que goza de su total confianza. Al fondo se encuentra una confortable salita en la que todas las noches tiene lugar “la tertulia”.