A menudo se tiene la sensación de que las grandes
empresas no son lo suficientemente solidarias en consonancia a sus ingresos.
Pero hay excepciones: por ejemplo, la de General Motors, que ha decidido donar
los retales de la tela que usa como aislante sonoro en la producción de sus
coches a la fabricación de abrigos destinados a personas sin hogar.
Esta solidaria acción no surge, sin embargo, de la
iniciativa del fabricante estadounidense sino que nace de la propuesta de
Veronika Scott, que regenta una organización benéfica en Detroit. Ella misma
diseñó los abrigos y comenzó a fabricarlos en diciembre de 2010, dando empleo a
ocho mujeres homeless (como se conoce en habla inglesa a las personas 'sin
techo'), y llegando a unos niveles de producción de 150 abrigos al mes.
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