Las 85 toneladas de
estiércol que a diario se producen en la granja San Ramón de Valencia, lejos de
ser molestos o una carga pesada, son muy apreciadas, pues resultan ser su
suministro energético gracias a su posterior conversión en biogás.
Toda materia orgánica es
potencialmente putrefacta y cuando empieza este proceso, el de la
descomposición, la materia en cuestión emite gases nocivos a la atmósfera, en
especial, metano (60%) y CO2 (30-35%).
Ese gas, originado por
procesos naturales, se puede emplear como fuente de energía, sin olvidar que
durante la transformación se desprende calor "que también se puede aprovechar",
destaca el presidente de la Asociación Española de Biogás (AEBIG), Francisco
Repullo.