domingo, 19 de junio de 2022

CEDA EL PASO

 


                                              


     LA PELEA

    



Pelea, pelea...

Se oye el griterío de un grupo de zagales.

Junto a la emblemática cruz de la singular plaza, dos díscolos rapaces están fuertemente enlazados, formando, en apariencia, un solo cuerpo. Son como la caña y el sedal… inseparables. No hay forma de conseguir que dejen el forcejeo. Mientras algunos de sus compañeros jalean, los más sensatos intentan separarlos, pero no es posible.

Juan, el tabernero, alarmado por tanto alboroto, se dirige al lugar de la trifulca.

¡Que viene Juan! alerta un niño de pelo rizado.

¡Que viene el tabernero! vocifera otro niño regordete.

La cantinela de advertencias provoca que lo que parecía una legión de intrépidos luchadores se convirtiese en un vendaval de criaturas despavoridas que se van perdiendo por las distintas bocacalles que dan a la plaza.

El tabernero no es un ogro, ni un hombre de carácter agrio, solo es una persona mayor a la que los niños respetan. El respeto a los mayores es algo esencial en la educación de la época (1958). La presencia de un adulto puede solucionar los conflictos que los pequeños ocasionan con las travesuras propias de su edad.

¿Qué ha ocurrido?

El que habla es “Manolón”. Le llaman así, porque mide casi dos metros, y porque tiene una espalda en la que una máquina de sulfatar parece una pequeña mochila. Tiene unos cincuenta años. Su cabellera corta y nevada le da un aspecto señorial que no es muy ajeno a su persona. En sus años mozos, había sido lego en un convento, donde se aficionó a seleccionar temas o trozos literarios, tarea a la que los eruditos llaman florilegio. Puede, por su poderío físico, hacer los trabajos más duros en el labrantío, y es capaz de engullir un litro de vino blanco como si fuese un vaso de agua.



Juan apoya su mano en el hombro del labrador, y asevera:

Cosas de niños, “Manolón”.

El hombretón asiente y con paso firme se dirige a su casa, muy cerca de la Plaza de la Iglesia, con la sana intención de merendarse una pieza de pan bazo con aceite.

Con mis mejores deseos, saludos cordiales.


Fernando Monge

19/junio/2022

fmongef@gmail.com

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