LOGOS
Cuenta la leyenda que la manzana mordida de Apple fue un homenaje de Steve Jobs ―cofundador y presidente ejecutivo de la empresa― a Alan Turing (1912-1954), el matemático británico que logró descifrar el código secreto de los nazis y cuyo papel en la Segunda Guerra Mundial fue clave para salvar millones de vidas. Un hombre brillante que, además, puso a prueba los límites que puede alcanzar la inteligencia artificial y que desarrolló el primer programa de ajedrez, convirtiéndose en todo un referente de la informática, la cibernética, la lógica y las matemáticas. Ahí es nada. Pero resulta que en 1952 fue condenado por ser homosexual, que era delito en aquella época, y, tras elegir la castración química en lugar de la cárcel, fue encontrado muerto dos años después al lado de una manzana mordida, envenenada con cianuro. Como una de sus historias favoritas era “Blancanieves”, todo apuntaba a un suicidio, pero lo cierto es que otras teorías hablan de un accidente o, incluso, de un asesinato.
Esta versión del logotipo ha sido desmentida por Apple en alguna ocasión, pero lo que sí es cierto es que Steve Jobs manifestó, varias veces, su admiración hacia este genio de las matemáticas, lo que ha alimentado a lo largo de los años la leyenda sobre el logo de la manzana mordida de Apple. Después de otras conjeturas que hablan del gusto de Jobs por esta fruta, de su declarado entusiasmo por Los Beatles que eran propietarios de la compañía Apple Records, de una sencilla coincidencia alfabética, del hombre leyendo bajo un árbol con una manzana ―toda una alusión a Isaac Newton―, hasta hay quien opina que, en realidad, es toda una provocación de sus creadores, que querían así pasar a la historia 'mordiendo la manzana' como Adán y Eva. Pero resulta que, para desencanto de la leyenda de Alan Turing y otras versiones relacionadas con la empresa estadounidense de servicios electrónicos, algunos consideran que como ‘bite’ ―la menor unidad de información de una computadora― es mordisco en inglés, con este bocado los creadores de Apple quisieron hacer un guiño a los famosos ‘bytes’.
Y como estamos en una revista de motor, una pregunta: ¿Por qué el logo de Peugeot es un león? Fue en 1858 cuando Emile Peugeot, padre del futuro fundador de la marca Armand Peugeot, registró el león como símbolo de su compañía industrial. Lo que no sabía era que la marca seguiría teniendo éxito en el año 2021, y que el animal seguiría siendo el máximo exponente de uno de los fabricantes automovilísticos del momento. Pero, insistimos, ¿por qué un león?
En aquel momento, la compañía se dedicaba a la fabricación de sierras, que eran famosas por ser resistentes, flexibles y rápidas al corte, por lo que se creyó que un león se convertiría en el animal perfecto para representar ese producto.
La “mascota” de Peugeot ha logrado sobrevivir durante tres siglos distintos, y sigue siendo un elemento que usa la marca para representarse y presumir de sus vehículos. La última prueba de ello se pudo ver en el Salón de Ginebra, cuando Peugeot presentó un león de 12,5 metros de longitud y 4,8 metros de altura, que sirvió para reafirmar que el león seguía siendo el símbolo del fabricante por excelencia.
En definitiva, el logo de Peugeot ha ido cambiando a lo largo de los años, pero siempre ha conservado la silueta del león, que ha sobrevivido a todo tipo de hechos históricos. Por ejemplo, las últimas revisiones del logo se hicieron en 1998 y 2010, con la voluntad de ir redondeando y limpiando las líneas. Se han añadido, pues, nuevas formas y texturas con relieves metálicos, de forma que gana firmeza y solidez.
Voy a terminar contándoles un acontecimiento que tuvo lugar en Calcuta, ciudad de la India, el 14 de septiembre de 1997. Junto a la Casa de la Madre, sede de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, en la que reposan los restos de la madre Teresa, se alzaba una mezquita. Y pocas calles más abajo, todas con algún devocionario o altar hinduista, había un templo de los sijs. Al tejado de la mezquita se encaramaron musulmanes, hinduistas, sijs y católicos para dar el último adiós a la monja. Probablemente, no haya habido nunca en la historia de la ciudad un instante de mayor comunión entre todas las religiones que conviven en la capital bengalí. Calcuta, escenario de los más sangrientos enfrentamientos entre hindúes y musulmanes, que en 1946 causaron miles de muertos y fueron el detonante principal de la división de la India británica en los Estados de India y Paquistán, fue ―en homenaje a una monja católica y nacida muy lejos de la India― símbolo de la convivencia multirreligiosa. Es una forma más de respeto a quien nunca tuvo afán de proselitismo y, como ella decía, quería "que los musulmanes fueran mejores musulmanes y los hinduistas mejores hinduistas".
Yo, que tengo pocas convicciones religiosas, traigo aquí este evento como espejo en el que deberían mirarse otros estamentos de la sociedad: clase política o agrupaciones de toda índole… Porque para disfrutar de una sana convivencia sería necesaria una buena dosis de consenso, pues los insultos, las descalificaciones y culpar siempre a los demás no son buenas estrategias.
Con mis mejores deseos, feliz Domingo de Pentecostés.
Fernando Monge
fmongef@gmail.com
23/mayo/2021
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