SOLO SÉ QUE NO SÉ NADA
Algunos lectores habrán pensado: “Mal comienza hoy el artículo, pues la palabra solo lleva tilde y, si el autor no se la ha puesto, ha cometido una falta de ortografía”… Pues no. Hasta el año 2010, fecha en la que la RAE publicó las nuevas normas ortográficas, esa palabra llevaba tilde diacrítica o acento diacrítico —tilde o acento que permite distinguir palabras que se escriben igual, pero que tienen significado distinto—… Por consiguiente, la palabra solo llevaba tilde cuando era adverbio y se podía sustituir por solamente: sólo (solamente) sé que no sé nada; y no llevaba tilde cuando era adjetivo que hacía alusión a la falta de compañía: ese hombre está solo. Las nuevas normas dicen que en esa palabra, tanto cuando es adverbio como cuando es adjetivo, se podrá prescindir de la tilde, y lo mismo ocurre con los demostrativos este ese y aquel.
Según algunos medios fidedignos, después de la publicación de 2010, La RAE prescribía que en los casos de ambigüedad —cuando podía entenderse de varios modos y dar lugar a confusión— se tildara el adverbio: el embajador visitó sólo (únicamente) la ciudad de París, y no se tildara el adjetivo: el embajador visitó solo (sin compañía) la ciudad de París. Posteriormente, sin embargo, ni siquiera en casos de ambigüedad consideraba necesaria la tilde del adverbio solo, aunque su uso pudiera ser admisible.
Ante tanta ambigüedad por parte de la RAE —“se podrá prescindir”, “pudiera ser admisible”—, me dirijo a su página web y saco la siguiente síntesis: Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio contexto comunicativo y siempre pueden evitarse por otros medios, como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio solo)… Es decir, que no pongamos la tilde.
Pero ocurre que, en los medios de comunicación y en algunos libros, es frecuente encontrar frases en las que sigue apareciendo la dichosa tilde. Eso puede ocurrir por dos motivos: porque se desconozcan las normas o porque no se esté de acuerdo con ellas. Ciertos escritores de prestigio siguen empleando la tilde, pues no les gusta la nueva normativa...
Vaya por delante que a mí tampoco me convencen esas controvertidas normas, pero las acato y no empleo la tilde en esos casos desde 2010. Las acato por venir de la RAE, aunque le pediría a tan ilustre entidad más rotundidad en sus aclaraciones, porque si se abre la puerta al libre albedrío, puede ocurrir lo que está ocurriendo, que cada uno haga de su capa un sayo y termine escribiendo según su propio gusto. Yo creo que las normas son para cumplirlas, nos gusten o no.
Y ahora viene lo que ya nuestros lectores esperaban o temían… La DGT, igual que la RAE —salvando la diferencia que existe entre el peligro en la vía pública y una tilde—, tiene unas normas que están recogidas en el Código de Tráfico y Circulación Vial. Esas normas se revisan cada vez que sea necesario, pero son de obligado cumplimiento… Sin ambigüedades como podrían ser: “se aconseja detener el vehículo cuando el semáforo está en rojo”, “si han ingerido alcohol, extremen la precaución si tienen que conducir”… El Código nos obliga a detenernos en los semáforos y nos prohíbe conducir después de haber consumido alcohol, y el agente que nos sorprenda infringiendo la norma no va a tener en cuenta si estamos o no de acuerdo con ella.
¿Se imaginan ustedes una escena como la que les voy a narrar, y que es producto de mi imaginación?… Vamos, que si alguna vez ha ocurrido en la realidad es mera coincidencia:
“Un turismo de color oscuro se detiene en el semáforo cuando una mujer madura de cabello nevado, ataviada con camisa roja y pantalón azul, atraviesa llevando de la mano a un niño pequeño que viste una colorida indumentaria deportiva. Cuando pasan, el maduro y orondo conductor reanuda la marcha, aunque el semáforo está en rojo y un sorprendido joven se dispone a cruzar. Tan distraído va con el móvil que no se percata de la presencia de la Policía Local que está a unos cincuenta metros. Uno de los agentes gesticula para que detenga el vehículo.
—Se acaba de saltar el semáforo —dijo el policía.
—Es que no pasaba nadie y a mí me parece absurdo estar parado en un semáforo cuando no pasa ningún peatón… No estoy de acuerdo con esa norma —contestó el chófer.”
Creo que no es necesario seguir, pues todos los lectores se imaginan lo que viene a continuación. Como mínimo, una sanción económica y 4 puntos menos en el carnet, aunque al buen señor no le gustase esa norma tan absurda, según él.
Como habrán comprobado, el título ha servido para hablar de la tilde diacrítica o acento diacrítico y del cumplimiento de las normas. Así que les emplazo al próximo artículo para un somero análisis de la expresión: “solo sé que no sé nada”.
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
fmongef@gmail.com
8/noviembre/2020
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