EL TALÓN
DE AQUILES
En el artículo anterior, mencionamos
al rey Agamenón, uno de los héroes de “La Ilíada”, y la mención de este
personaje me ha dado pie para contarles algunas curiosidades de la obra que
escribió o recopiló Homero en el siglo VIII a.C. —no voy a entrar en polémicas sobre su autoría—… En esta obra, se narra la historia
épica de la furia de Aquiles en el último año de la guerra entre Grecia y Troya.
Porque resulta que Aquiles, siendo solamente un guerrero del rey Agamenón, es
el principal protagonista de la epopeya…
Es muy fuerte y colérico, nunca ha sido derrotado, supuestamente es inmortal
y, como se le considera el más veloz de los hombres, se le califica como “el de
los pies ligeros”.
Aquiles, que busca siempre el reconocimiento y
la fama, monta en cólera contra Agamenón que, haciendo uso de su poder, decide
quedarse con la esclava Briseida… Esta doncella la recibió el soldado como botín
de guerra y, además, era su favorita,
por lo que, enojado con la actitud del rey, se niega a seguir luchando contra
Troya. Personalmente, creo que el enojo del héroe estaba más que justificado,
pero al producirse su retirada, los troyanos comienzan sus victorias sobre los
griegos que pierden cada vez más terreno. Al tener la obra cerca de quinientas
páginas, les cuento que, después de una serie de vicisitudes, Aquiles retoma su
beligerancia… localiza a Héctor, uno de los más destacados héroes de Troya
que, por añadidura, era hijo del rey y, tras dura batalla, le da muerte… lo ata
a un carro y lo arrastra por la playa de
Ilión —Troya o Ilión, de ahí el nombre de la obra—. Finalmente, Aquiles se
compadece del rey Príamo y le entrega el cuerpo de su hijo Héctor para que lo
entierre dignamente… Aquí finaliza la Ilíada.
Ya les dije, en el primer párrafo, que Aquiles
era supuestamente inmortal… Su madre quiso hacerlo eterno sumergiéndolo en las
aguas del río Éstige… El caudal de este río hacía invulnerable cualquier parte
del cuerpo que se mojara en él… Pero como la incauta señora, Tetis, lo tenía sujeto
por el talón derecho, esa pequeña parte de su anatomía no se mojó y se
convirtió en su único punto débil… En la Etiópida, obra que continúa
narrando la guerra de Troya, Paris, el hermano menor de Héctor, mató a Aquiles
con una flecha envenenada en el talón —por supuesto, hay otras versiones sobre
su muerte—… Y de este suceso, toma forma la expresión “talón de Aquiles” para aludir a la debilidad —punto débil— de una
persona… En el campo de la anatomía se llama “Tendón de Aquiles” a un tendón
que tenemos en la parte posterior de la pierna.
Algún rasgo de nuestro carácter o de nuestra
personalidad que nos hace vulnerables, frente a los demás o ante determinadas
situaciones, es lo que se conoce como punto débil o “talón de Aquiles”. En la mayoría de los casos, es nuestra mente la
que nos convierte en fuertes o débiles, pues, en realidad, somos lo que
pensamos. Creo que los éxitos o los fracasos dependen muchas veces de nuestra
actitud ante las experiencias a las que la vida nos somete en cada momento.
Debemos, ante todo, conocernos bien a nosotros mismos… Siendo conscientes de
nuestras debilidades, podemos manejarlas para que nuestros defectos se
conviertan en virtudes.
Teniendo en cuenta la dificultad que
tendríamos para encontrar personas perfectas, que las debilidades se reparten
de manera desigual y que una misma debilidad puede ser muy incómoda para unos,
o muy llevadera para otros, vamos a enumerar algunas de las que suelen ser
frecuentes: falta de concentración, impaciencia o tozudez. Cualquiera de ellas
nos ocasiona frustraciones en la vida cotidiana, bien sea en el ambiente
familiar, en el mundo laboral o en las relaciones con nuestros amigos... Y cada
una de ellas resulta incompatible con la conducción de vehículos.
Por ejemplo, podemos decir de alguna persona
allegada: “qué buena gente es…, si no fuera por su impaciencia, despiste, o
tozudez… sería un encanto”. Pero no podemos afirmar de nadie: “qué bien
conduce”, si su falta de concentración no le permite estar pendiente de las
señales, o de señalizar cuando sea necesario… Si la impaciencia le hace superar
la velocidad permitida, tocar el claxon con frecuencia, hacer imprudentes
adelantamientos… Si su tozudez le impide colaborar con los otros automovilistas
o con los peatones que cruzan por los pasos de cebra… Esos puntos débiles
convierten a sus portadores en incómodos conductores y, en algunas situaciones,
en sujetos peligrosos.
Saludos cordiales, feliz agosto y, si lo
tienen a bien, todos los domingos de este mes podrán leer los artículos más interesantes publicados durante el primer semestre del presente año. Reanudaremos las nuevas publicaciones el 8 de septiembre.
Fernando Monge
28/julio/2019
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