…DÍGALA AGAMENÓN O SU PORQUERO
Cuando hablamos de seguridad vial, en
muchas ocasiones, tenemos serias dudas sobre ciertas normas a la hora de
circular, o caminar por la vía pública… Entre otras cosas, por el habitual
incumplimiento de las mismas. Como, lamentablemente, podríamos hacer una lista
interminable, vamos a enumerar solamente algunas de las que se infringen con
tanta frecuencia que no sabemos si esas infracciones se cometen por
desconocimiento, por comodidad o porque pensamos que la vía no es pública, sino
que es para nuestro uso exclusivo.
Vamos con los conductores noveles… Comienzan
con 8 puntos en su permiso de conducir, la tasa de alcoholemia
será inferior a la del resto de los conductores —0,15 mg/l— y, por supuesto, tienen
la obligación de llevar la señal “L” durante un año.
Continuamos con las rotondas… Cuando
exista más de un carril, saldremos siempre por el carril derecho, pues las
salidas desde un carril interior comportan mucho riesgo. La preferencia en las
glorietas es del que ya se encuentra dentro de ellas… El que se incorpora debe
ceder el paso.
Ahora, los peatones… Siempre deberán
cruzar la calle por un paso de cebra o semafórico, no importa lo alejado que
esté del lugar en el que se encuentren. Es muy peligroso atravesar la vía por
el sitio que más nos convenga… Esta imprudencia la veo todos los días, y con
mucha frecuencia.
Y terminamos, con los ciclistas… A la
hora de cruzar un paso de peatones, tienen que bajarse de la bicicleta, poner sus manos en el manillar y cruzar la
calle como otro peatón… Debo confesar que yo eso no lo he visto casi nunca.
Un sol justiciero hace honor a la
estación veraniega… El semáforo se pone en verde para los caminantes… Ningún
ciclista se baja de su vehículo… Dos transeúntes comentan ese irresponsable
proceder… Uno de los corredores pregunta con cierto desdén:
—¿Y eso dónde está escrito?
—Eso está recogido en las normas de Seguridad
Vial—le contesta uno de los viandantes, que ha tenido que esquivar al
infractor.
—Pues yo tengo dudas sobre la existencia de
esa norma, y no me voy a creer lo que me diga cualquiera en la calle —insistió
el impertinente.
—¿Sabes una cosa, maleducado? ¡Que “la verdad es la verdad, dígala Agamenón o
su porquero”! —le replicó con acritud otro viandante… El velocipedista se
aleja, hace una cabriola y sube a la
acera para continuar su recorrido.
—Oiga, señor, me podría explicar esa expresión que
acaba de pronunciar… La de Agamenón y su porquero —dijo un hombre de mediana estatura, al que le sobraban
algunos kilos y que superaba los sesenta años.
El autor de la expresión se vuelve,
invita al curioso a sentarse en un banco de hierro que se cobija bajo la sombra
de un árbol y comienza su explicación:
—Homero, escritor griego del siglo VIII a.C., fue el
autor de la epopeya griega “La Ilíada” —aunque a estas alturas, también se duda de su autoría—. En esa obra, Agamenón, rey de
Micenas, por su poder, dignidad y majestad, está por encima de todos los
griegos. Tiene cualidades que son propias de los dioses y es entre los héroes
griegos lo que Zeus es entre los dioses del Olimpo.
—¿Y lo del porquero?
—Esa locución, que a usted le ha despertado la
curiosidad, se debe al genial escritor sevillano Antonio Machado… En su obra “Juan
de Mairena” —publicada en el verano de 1936—, un sabio ignoto pronuncia la
siguiente frase: “La verdad es la
verdad, dígala Agamenón o su porquero”. Al escucharla, Agamenón dice: “Conforme”, y el porquero
replica: “No me convence”.
—Ya voy cogiendo el hilo.
—Como verá, Antonio Machado intenta decir que
la verdad no depende de quien la diga —el poderoso rey Agamenón o su humilde
porquero—. Que la verdad no tiene nada que ver con la posición social, el
poder, el nivel intelectual o la particular ideología de cada uno. El mismo
autor escribe: “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense
al revés”. Pero, como habrá observado, el porquero no está muy convencido… Él
piensa que la humildad de su desempeño le priva de la credibilidad que se le
otorga al poderoso… Muy valiente fue al mostrar su desacuerdo… Porque ya vemos
—en política, deporte, medios de comunicación…— la actitud de algún que otro
Agamenón con sus discrepantes porqueros…
Con mis mejores deseos, saludos cordiales.
Fernando Monge
14/julio/2019
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bien acogidos en mi dirección de correo:
fmongef@gmail.com
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