- SEAT desarrolló un versátil coche de competición a partir de una berlina familiar
- Aún hoy es posible construir un 124 "réplica" como los que subieron al podio en Montecarlo
- Tecnología española desarrollada en tiempos de escasez, con éxito internacional
Durante los años '70 la
berlina SEAT 124 /1430 fue el "caballo de batalla" para muchos
pilotos de rallyes, desde privados hasta el equipo oficial de la marca. A
partir de 1973 SEAT participó oficialmente en rallyes, acumulando -uno tras
otro- los Campeonatos de España, logrando importantes resultados en el
Campeonato de Europa y consiguiendo en 1977 su mayor hito: acabar tercero y
cuarto en el Rallye de Monte-Carlo del Mundial.
Para la prensa internacional
del momento, el SEAT 124 Especial 1800 era una "singularidad"
española. Y, sin duda, tenían razón: no existía un coche equivalente en FIAT
(que corría con los Abarth 124 Spider y con los 131 Abarth en ese tiempo).
Pero, sin embargo, era el resultado de una larga evolución que había comenzado
en 1973, cuando el equipo SEAT Competición dirigido por José Juan Pérez de
Vargas, comenzó su andadura con el 1430 con motor de 1.600 cc y con Cañellas y
Babler como pilotos. El posterior fichaje de Antonio Zanini y el desarrollo del
1430/1800 Grupo 4 lograron encontrar el punto de equilibrio entre fiabilidad y
prestaciones, que convirtieron este
coche en mítico.
El SEAT 124/1430 era un coche
familiar medio y no había sido diseñado para correr. Por eso, su preparación
requería un trabajo extraordinario, la mayor parte a causa de los puntos
débiles. Como decían sus especialistas, había que reforzarlo todo, comenzando
por la carrocería. Esta no varió esencialmente en una década, aunque sufrió un
"restyling" y pasó de ser 124/1430 a sólo 124 en su segunda época.
Detalles estéticos aparte, las variantes más "deportivas" eran las
que tenían los motores de mayor cilindrada: los "FU" 1800 y los
"FL" 80, 82 y 90, ya con el motor 2 litros.
La carrocería requería para
comenzar el montaje de una jaula antivuelco de acero de seis puntos -que ya
aportaba más rigidez- pero que debía complementarse con cordones de soldadura
en todas las costuras y añadir pletinas de refuerzo en los puntos de apoyo de
la mecánica, para evitar encontrar grietas tras un rallye. Las carreteras de la
época (y también había tramos de tierra) castigaban mucho el chasis con unas
ruedas tan pequeñas y unas suspensiones de tan corto recorrido.
Terminada la carrocería, el
resto de la preparación la marcaba la potencia del motor. SEAT realizó una
homologación del modelo en Grupo 1 (de serie) y Grupo 2 (competición) , con
extensiones de homologación para Grupo 4 (que era la máxima categoría admitida
en el Campeonato). El bloque de los
"FU 1800" de 1.756 cc podía llevarse hasta 1.767 (con pistones de
84,3 mm) o, incluso, hasta 1.840 (86 mm), al límite de la fiabilidad. Pero la
llegada del nuevo bloque de 1.919 en la gama "FL" permitió alcanzar
los 2.092 cc con pistones de 86 mm de diámetro (los famosos "2.100").
La alimentación era generalmente a base de carburadores dobles Weber
horizontales o verticales, porque la inyección mecánica de la época era poco
fiable (hacía que el motor perdiera elasticidad y se comportara mucho más
brusco). En cualquier caso, estos propulsores apenas llegaban a los 200 CV y lo
normal es que rondaran los 165/170 CV.
Sólo el equipo oficial SEAT
experimentó con éxito con culatas de 16 válvulas (fabricando las suyas
propias). Heredadas de FIAT, había dos disponibles: la estrecha, procedente del
124 Spider y la ancha, del 131 Abarth. En cualquier caso, frágiles y
complicadas de reglar frente a la común de 8 válvulas.
Con más de 150 CV en el motor,
la transmisión requería un trabajo especial: el "puente gordo". El
eje rígido trasero, que contiene el diferencial autoblocante y los palieres,
debía ser reforzado. De hecho, de dos se hacía uno, cortando y soldando, con un
grupo más grande procedente de Abarth y componentes de una furgoneta FIAT...
Sólo así aguantaba el par y no se doblaba en los esfuerzos. Con menos potencia,
bastaba con añadir pletinas y puntos de soldadura en el eje de serie y cambiar
los palieres con frecuencia.
La caja de cambios también era
un problema en su época y debía ser sustituida por una costosa e imprecisa
"Colotti" italiana, o por su réplica española, la
"Jun-colotti". Actualmente hay más opciones, porque el mercado del
Este de Europa ofrece magníficas y económicas cajas de cambios que van
equipadas con piñonería de dientes rectos y crabots (tetones) desarrolladas
durante décadas para los Lada rusos.
Aparte de las limitaciones del
eje rígido trasero, el SEAT 124/1430 tenía una geometría de suspensión
delantera que era muy confortable para los coches de serie pero poco
evolucionada para los rallyes, con muy poco recorrido de suspensión, ángulo de
giro limitado y pocas posibilidades de reglajes más efectivos. Para conseguir
buenos resultados se ha tenido que desarrollar una geometría capaz de resolver
estos aspectos utilizando diferentes piezas de otros modelos SEAT de la época
incluso haciendo alguna pequeña modificación o adaptación. Con más soldadura,
más ingenio y más trabajo manual conseguían que el coche "pisase" el
asfalto con mayor aplomo. Una barra Panhard de guiado atrás, una estabilizadora
de 22 mm delante, nuevos muelles y amortiguadores de competición conseguían
finalmente que hubiera motricidad y apoyo.
Otro gran paso se dio con la
incorporación de la dirección de cremallera del FL 82 (antes de tornillo
sinfín). Y también con los sucesivos avances en frenos. Lo habitual eran los
discos de acero ventilados con pinzas Lockheed de dos o cuatro pistones.
En su momento la limitación
venía del diámetro interior de las llantas Targa de 13", que no permitían
montar discos de mucho diámetro (250 mm). Hoy se sigue fabricando esta famosa
llanta de aluminio de cuatro brazos, mejorada para dar cabida a frenos mayores.
Durante la segunda mitad de
los años '70, los SEAT 124/1430 fueron evolucionados para competición con gran
eficacia. Muchos aún siguen en servicio para carreras históricas, dando muestra
de su fiabilidad y de su potencia. Sin duda, es el coche de rallyes español por
excelencia.
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