GEMELOS
Y RETENCIÓN INFANTIL
El frío mes de enero va
llegando a su ecuador. Hace una semana que se cerró el ciclo navideño. Las reuniones
con familiares o amigos, las opíparas comidas, las sosegadas o divertidas conversaciones
se van disipando en la memoria. Las obligaciones laborales, los socorridos
gimnasios, las necesarias gestiones administrativas ocupan, ahora, nuestro
tiempo. Los medios de comunicación han ampliado los contenidos de sus últimas
noticias. Se ha regularizado la programación de radio y televisión. Los diarios
y revistas han vuelto a su habitual grosor. Los aficionados al fútbol vibran de
nuevo con la Liga, la Copa del Rey, la Champions, la Europa League, el mercado
de fichajes. Nos hemos propuesto perder algunos de los molestos kilos que nos
sobran. Poco a poco, recuperamos la normalidad.
Retrocediendo algunos días, nos trasladamos a una
conversación mantenida en una comida con su correspondiente sobremesa. Una
cualquiera de las que disfrutamos en las pasadas fiestas…
La charla va pasando de un
contenido a otro. De pronto, alguien deja caer una atrayente pregunta:
—¿Y qué diferencia hay entre
gemelos y mellizos?
Recopilando los datos
aportados por los comensales, incluidos los del autor de este artículo, les voy
a hacer una breve exposición de lo más sustancial: la diferencia radica en que
los gemelos o gemelos idénticos se
originan cuando un espermatozoide fecunda un óvulo… Pasados unos días de la
fecundación, el óvulo se divide en dos mitades y cada una de ellas será un
gemelo que compartirá con la otra mitad el mismo ADN y el mismo sexo. En cambio,
los mellizos o gemelos fraternos son
el fruto de dos óvulos fecundados por dos espermatozoides diferentes en un
mismo ciclo menstrual y, naturalmente, tienen distinto ADN y pueden tener sexos
diferentes. Conviene aclarar que, como
no hay regla sin excepción, podrían nacer gemelos de distinto sexo y hasta
trigemelos, pero esas particularidades, y otras que se podrían presentar, nos
llevarían a un estudio más profundo de la gestación…
—Estoy pensando que si llevar
un niño en el coche conlleva un cierto engorro, no me quiero ni imaginar lo que
sería llevar gemelos o mellizos —dice un conversador con la ávida intención de
continuar animando la tertulia.
Como la referida tertulia dio
para mucho, vamos a sintetizar: En un vehículo, los niños deberán ir siempre
sujetos con un sistema de retención
infantil (SRI) adecuado a su tamaño y peso. Es aconsejable utilizar sillas
homologadas, adquirirlas en centros especializados y comprobar los anclajes de
nuestro vehículo antes de montarla. Deberán ser colocadas en las plazas traseras.
Se recomienda llevar al niño en sentido contrario a la marcha el mayor tiempo
posible y ajustar bien los arneses. Cuando los niños son mayores, son muy
convenientes las sillas con respaldo. No debemos poner, junto a los pequeños,
objetos sueltos, equipaje o mascotas. En caso de accidente, siempre que sea
posible, se deberá sacar al menor del coche en su sistema de retención infantil…
Si ocurre que son mellizos o gemelos, habrá que llevar dos retenciones. No
queda otro remedio. Y no se preocupen que el mercado, siempre alerta, tiene
sillas adecuadas para cuando se presenta esa ocasión. Un espejo retrovisor que
permita ver los asientos traseros genera tranquilidad…
Se termina la conversación. Ha
llegado el momento de la recogida. Los comensales nos vamos levantado de
nuestras sillas. Miramos el respaldo, recogemos y nos colocamos los abrigos,
chaquetones, chaquetas, bufandas, gorros de lana… Echamos una ojeada a la mesa,
nos tocamos los bolsillos, miramos en los bolsos… No queremos dejar nada en el
olvido: teléfonos móviles, cajetillas de tabaco, encendedores, llaves del
coche… Los que tenemos que conducir nos hemos cuidado de no ingerir alcohol; en
algunos casos, un vino o una cerveza en el transcurso de toda la velada.
Porque les puedo asegurar que
nunca me pongo al volante de un vehículo después de tomar bebidas alcohólicas,
y las personas con las que comparto mesa y mantel, familiares o amigos, tampoco
lo hacen. No pretendo dar lecciones de responsabilidad vial con estas palabras,
ni creo que mis compañeros de mesa tengan, ni mucho menos, esa intención. Puede
que nos mueva el instinto de conservación, y hasta es posible que haya una
cierta dosis de temor a la sanción económica o a la pérdida de puntos en el
carné, pero lo cierto es que se conduce con una pasmosa tranquilidad y, al
mismo tiempo, estamos aportando nuestro granito de arena a una circulación más
segura, con menos accidentes y eso, indudablemente, redundará en beneficio de todas
las personas que vamos en coche o caminamos por la vía pública.
Con mis mejores deseos, saludos
cordiales.
Fernando Monge
13/enero/2019
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