¡PAPÁ, NO CORRAS!
Aprovechando que pasado mañana
es el día de San José, por lo tanto, celebran su día todos los padres, y su
onomástica las Josefa y los José. Hoy quiero traerles a la memoria un regalo
muy apropiado de otra época, en este señalado día que fue aquel recordatorio
imantado con fotografías de la familia, esposa e hijos. Ese que a nuestros
padres acompañaba, allí donde se desplazaran con el vehículo. Un Seat
seiscientos, Simca 1000 o Seat 850. Eran
los coches de aquellos tiempos. Recuerdo como conocíamos a las familias de los
taxistas de entonces con los Seat 1500, y aquel agradable hombre nos daba razón
de los nombres de toda su troupe.
Efectivamente, era uno de los
regalos más solicitados de entonces. Pequeño portafotos que colocamos en el
salpicadero al lado del aire poco acondicionado del coche. Lugar de privilegio
donde todos los conductores, y mientras conducían, clavaban sus ojos en cada
una las fotos de su prole y en una frase repleta de intenciones, de cariño y de
advertencia: ¡PAPÁ, NO CORRAS!
No sé, si la susodicha
plaquita formaba parte del interior del paisaje del vehículo o se había
convertido en algo que muchos conductores llevábamos como una losa que nos
advertía, entre otras cosas, que teníamos que quitar el píe de vez en cuando
del acelerador.
Eran otros tiempos: donde
sonaban en unos altavoces de aquella época en una cinta del radiocasete,
el flamenco más arraigado, los primeros
grupos de pop que dejaron la Banda Sonora de nuestra vida o aquellos grupos que
grabamos con mucha dificultad y que nos traía algún amigo del extranjero. El
caso es que, en verano, las cintas se detenían por el calor y al tirar de ellas
estas se rompían, y nos quedábamos compuestos y sin música.
Para los que hoy pueden
disfrutar de las últimas tecnologías de los vehículos, TODO EN UNO, navegador,
millones de canciones, radio, reloj, temperatura, móvil manos libres y toda la
información del vehículo, el consumo, la agenda, etc... ¡Qué lejos quedó
aquello! Por eso hoy he querido traer a nuestra rotonda, ese detalle, aquellos
recuerdos, donde íbamos viendo crecer a nuestros hijos en aquellas pequeñas
fotografías que sustituíamos cada año y que después, cuando cambiábamos de
vehículo, nos quedamos con la plaquita para colocarla en el coche nuevo y poder
seguir disfrutando en todos nuestros kilómetros de esos seres queridos y de su
compañía.
Gracias a ellos, y a ese bonito
recuerdo, muchas veces al leer ¡PAPÁ, NO CORRAS! hemos distraído nuestro píe
del pedal del acelerador, y quien sabe si nos ha evitado algún que otro
accidente. Pero de lo que sí estoy seguro, es que me encantaba la idea de
sentirme acompañado siempre de mi familia.
Por cierto, feliz fin de
semana a todos y muchas felicidades a los afortunados.
PpBejarano
17-03-2018
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