35 AÑOS DEL CITROËN BX
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El 16 de septiembre de 1982, una caja de madera
suspendida del primer piso de la Torre Eiffel iniciaba un lento descenso hacia la
base del monumento. Por fuera, sólo un mensaje: “Aquí está el nuevo Citroën”.
Una semana después, se desvelaba el misterio: el Citroën BX se presentaba a la
prensa en medio de un espectáculo de luces y pirotecnia anticipo de una
brillante carrera comercial, en la que se matricularon más de 2.300.000
unidades en todo el mundo.
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El Citroën BX destacó por el confort y el excelente
comportamiento en carretera que le proporcionaba la suspensión hidroneumática,
exclusiva de la marca, y por sus versiones de altas prestaciones, como el BX
GTi 16 V, que podía alcanzar los 220 Km/h.
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De las líneas del Centro de Producción de Vigo
salieron más de 222.300 unidades entre 1983 y 1992.
Además de ser un emblema icónico de
París, la Torre Eiffel está muy unida a la historia de la marca. Si André
Citroën mostró su genio publicitario al iluminarla con su nombre y el logo de
los dos chevrones con miles de bombillas, casi medio siglo después Citroën
volvía a este monumento emblemático de la capital francesa para crear suspense
ante lo que iba a ser un modelo clave en su historia: el BX.
En 1982, Citroën acababa de
abandonar su sede histórica del Quai de Javel de París para trasladarse a las
afueras, a la exclusiva localidad de Neuilly-Sur-Seine. Necesitaba un modelo
para sustituir al Citroën GSA que lograra la cuadratura del círculo. Se buscaba
una alternativa rompedora en lo estético, que lograra conectar con las
necesidades y los gustos de las personas y que mantuviera las señas de
identidad de la marca: prestaciones, confort y excelente comportamiento en
carretera.
En vísperas del Salón del Automóvil
de París, la marca apostó por el espectáculo para dar a conocer su nuevo modelo
y hacerlo destacar entre la legión de novedades que se presentaban en aquella
edición. Nada mejor que un lugar icónico para presentar un vehículo destinado a
marcar una época. Una gran caja de madera quedó suspendida de primer piso de la
Torre Eiffel el 16 de septiembre de 1982. En ella sólo se anunciaba que dentro
se encontraba “el nuevo Citroën”. Para provocar aún más expectación, la caja misteriosa
descendía unos pocos metros cada día. Finalmente, justo una semana después, se
citó a la prensa al pie del monumento para el gran día. El entonces Presidente
de Citroën, Jacques Lombard, fue el encargado de desvelar el automóvil que
tanto se había hecho esperar: el Citroën BX.
Llamó la atención por sus líneas
rectas y muy angulosas, fruto del diseño futurista y dinámico del diseñador de
Bertone Marcello Gandini, autor de varios deportivos italianos míticos de los
años 70. Una colaboración y una estética que continuaron hasta los años 90, con
los Citroën AX, ZX y XM como modelos destacados. En el exterior, respetó señas
de identidad de Citroën, como el limpiaparabrisas con una sola escobilla,
introducida en el Citroën CX, o la arquitectura cinco puertas del Citroën GSA.
Al volante, el Citroën BX se reveló
como uno de los vehículos más confortables y prestacionales de su época. Su
suspensión hidroneumática garantizaba un comportamiento en carretera sin rival,
mientras que su amplia gama de acabados y motores le permitieron llegar a un
público diverso. En 1988 entró aún más en la leyenda con su versión GTi,
equipada de un motor de 16 válvulas, capaz de desarrollar 160 CV DIN y de
alcanzar una velocidad punta de 218 Km/h.
1988 fue también el año en el que,
en España, el Cuerpo Nacional de Policía eligió al Citroën BX como vehículo Z,
un estatus que mantuvo durante una década y que le hizo ser un elemento
habitual de las calles de nuestras ciudades desde finales de los 80 y durante
todos los años 90.
Un icono de nuestro pasado reciente
del que se fabricaron 222.325 unidades en el Centro de Producción de Vigo,
entre 1983 y 1992.
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