Más de 190.000 barceloneses
podrían empezar a subirse al transporte público gracias a la “Tarjeta Verde”
La asociación de transporte
público ATUC pide que esta medida se articule en un Plan Estatal de Incentivo
al Transporte Público o Plan PITUC
Ésta es la medida que hay
detrás de la llamada Tarjeta Verde (T-Verde), que comienza a operar en el área
metropolitana de Barcelona desde este lunes, y que podría contribuir a que más
de 190.000 barceloneses empiecen a coger el transporte público, según
estimaciones de la Asociación del Transporte Urbano Colectivo (ATUC), que
agrupa a operadores como Transports Metropolitans de Barcelona, Tram o
Ferrocarrils de la Generalitat.
Y es que, tal como señala el
informe “Descifrando al No Viajero”, elaborado por la propia ATUC y el
Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), hay 635.800
barceloneses no usuarios de transporte público, de los que el 30,3% lo empezaría
a utilizar si se abarataran los precios.
Es por ello que, desde la
asociación del transporte público, se pide extender esta medida al resto de
grandes urbes españolas, propiciando así el cambio en la forma de desplazarse
de sus ciudadanos. De esta manera, y al igual que con los coches se desarrolló
un Plan de Incentivos al Vehículo Eficiente o Plan PIVE de carácter estatal,
que tuvo su germen local en algunas comunidades, para ayudar a la compra de un
vehículo nuevo a cambio del viejo, se podría trasladar la misma filosofía al
transporte público. En este caso, ofreciendo abono gratis durante un tiempo
siempre y cuando se dé de baja el coche. Esta iniciativa podría articularse en
un Plan de Incentivos al Transporte Urbano Colectivo o Plan PITUC.
Menos contaminación
Lo cierto es que en
Barcelona predomina la percepción de que el transporte público es la mejor
solución a los problemas medioambientales, incluso entre aquellos que no lo
utilizan, tal como aseguran el 85,8% de ellos.
De este modo, hay una apreciación
clara de que la contaminación es un problema. Máxime, cuando el parque
automovilístico es cada vez más viejo y, por tanto, más contaminante. En
concreto, por Barcelona ruedan más de 350.000 vehículos con 10 años o más, en
los que precisamente puede incidir la T-Verde en mayor medida, con su
consecuente impacto en el medio ambiente.
Es más, hay 176.000
vehículos que circulan por la Ciudad Condal con más de 15 años de antigüedad,
según datos de Solera, por lo que su valor en el mercado sería inferior a los
4.860 euros que, con los precios actuales, costaría desplazarse en transporte
público dentro de las seis zonas tarifarias a lo largo de tres años, a cambio
de achatarrar el vehículo y de no poder comprar uno nuevo durante la vigencia
de la T-Verde. No se trata, pues, tanto de un esfuerzo “monetario” como del
cambio radical de hábitos que le supone a un ciudadano acogerse a este plan.
Según el secretario general
de ATUC, Jesús Herrero, “apostar por el transporte público no debe ser un mero
eslogan. Necesitamos idear nuevas formas de propiciar los cambios y que los
ciudadanos se muevan por la ciudad de manera sostenible y no contaminante.
Convendría estudiar su aplicación en otras ciudades, pero también es
fundamental articular bien la medida desde el punto de vista de la
financiación. El problema es que nos falta esa ley de financiación que
regularía las medidas de fomento del transporte público”.
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