Año 2050, la vida rural ha
desparecido y la población se amontona en grandes urbes bajo una espesa capa de
contaminación que no permite ver la luz del sol. 9.500 millones de habitantes
atestan el planeta y reciben los suministros procedentes del perímetro
exterior, donde un ejército de tractores autónomos Case IH se encarga de
sembrar y recolectar los alimentos.
Corría el año 2017, hace ahora
justamente treinta y tres años, cuando el tractor Case IH se presentó ante la
prensa mundial. Era un prototipo que no requería de conductor y que, basado en
la aún incipiente tecnología de cámaras y sensores de conducción autónoma,
debía encargarse de trabajar grandes extensiones de cultivo sin descanso
durante interminables jornadas. Aunque en ese momento no se dijo así, su misión
era garantizar el imprescindible futuro de la agricultura... y de la especie
humana.
Fue en febrero de ese año
cuando la tecnología de conducción autónoma se aplicó en toda su extensión en
un sofisticado tractor autónomo, obra de los ingenieros especialistas del
gigante norteamericano Case, perteneciente al potente grupo multinacional CNH
Industrial, que también fabrica los vehículos IVECO. En el origen de los
trabajos realizados hubo dos prototipos. El primero tenía una cabina
convencional, que servía para comprobar el correcto funcionamiento del tractor,
dotado de una razonable carga de inteligencia artificial, cámaras y sensores.
El segundo prototipo, que sería el definitivo y que hoy en día trabaja sin
descanso en los campos de labor, era una unidad que ni si quiera contaba con un
puesto de conducción, y que por medio de una sencilla programación informática
era controlado vía wifi por medio de ordenadores o pequeñas tablets desde
puestos de control que, en ocasiones, estaban a cientos de kilómetros, en las
centrales en las grandes ciudades. Pese a ello, el tractor Case IH hizo bueno
su objetivo original de conseguir la máxima eficacia en las explotaciones
agrícolas.
Los inicios: la agricultura de
precisión
Ya en el siglo pasado, Case IH
fue pionera en el desarrollo de sistema de "agricultura de
precisión", porque en 1994-95 puso en marcha una operativa basada en el
sistema GPS de geolocalización que fue perfeccionándose hasta conseguir
precisos mapas de las extensiones a cultivar. Se llegaba, incluso, a gestionar
la cantidad de fertilizante y hasta las semillas distribuidas en función del
rendimiento de cada explotación para maximizar el potencial de producción, y al
mismo tiempo minimizar el impacto medioambiental. No olvidemos que las
emisiones de un tractor actual equivalen a las de 180 unidades del siglo
pasado.
Todo esto ha llevado a lo que
conocemos como "agricultura de precisión", que por medio de sistemas
de autoguiado integrales, permite a los tractores Case IH controlar de forma
completamente automática la dirección del tractor vía GPS, con un margen de
error de ¡2,5 centímetros! De esta forma, un tractor autónomo e inteligente se
encarga de no dejar ninguna zona sin tratar y de aprovechar al máximo cada
pasada para la realización de cualquiera de sus funciones. El sistema de
autoguiado redujo al mínimo el consumo de combustible y los materiales
empleados, como el fertilizante o las semillas.
El trabajo de los tractores
Case IH con la tecnología ACV creó algunas reticencias por motivos de
seguridad, dudas que por suerte quedaron atrás al aplicar la tecnología LiDAR,
que por medio de sensores láser consiguen un preciso control a distancia. De
esta forma, si el tractor detecta un obstáculo se para y alerta al propietario,
al que proporciona imágenes del percance para que pueda resolver la situación.
Una piedra o un árbol lo detienen hasta que recibe la orden de esquivarlo; y
del mismo modo si se cruza otro vehículo, o una persona, la máquina se detiene
hasta que estos salgan de su campo de acción. Además, el tractor Case IH ACV
puede trasladarse de forma completamente autónoma a otros campos colindantes
por caminos que están dentro de su programación, todo ello dando información
precisa al operario, que desde la ciudad lo controla todo a través de su
tableta o PC.
Este sistema también permite
que varios tractores puedan trabajar en asociación, realizando trabajos más
complejos. La siguiente evolución incluye funciones tan interesantes como
operar en función de la información meteorológica recibida vía satélite. De
esta forma, si llueve o si la superficie está muy embarrada, el tractor se
detiene automáticamente para no dañar el campo, y buscará entre sus tareas
programadas cuál puede realizar de forma que sea más beneficioso para la
explotación, por ejemplo, marcharse a otro campo en el que no haya llovido
tanto...
Ya en 2017, un tractor de
estas características, de gran potencia y sofisticada tecnología, costaba entre
300.000 y 400.000 euros, en función de los complementos elegidos, y su precio
apenas osciló al incorporar el sistema de autoguiado y la inteligencia artificial
que le permitía trabajar sin descanso. Gracias al Case IH ACV el duro trabajo
del campo se ha reducido a pequeñas labores complementarias, tales como el
mantenimiento en sí de los tractores, el reemplazo de los aperos de labranza o
el llenado de los depósitos de gasoil de los motores... que todavía no son
eléctricos por su escasa autonomía.
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