El presidente de Fedetaxi, Miguel
Ángel Leal, ha anunciado que se celebra una asamblea en la que propondrá, a
todas las organizaciones que quieran, unirse bajo una sola entidad y tener su
propia app
La cantidad de apps de taxis que
pululan por las stores sobrepasan las capacidades de cualquier dispositivo. Una
por cada federación, asociación y gremio que gestiona los intereses de los
taxistas, más las nuevas y más tecnológicas de Uber, MyTaxi o Hailo.
Sin embargo, las diferencias son
odiosas y la competencia demasiado grande. Añadiendo, además, el hecho de que
quizá la solución llegue demasiado tarde. En declaraciones a El Confidencial,
el presidente de Fedetaxi, Miguel Ángel Leal, ha anunciado que, justo hoy,
celebran una asamblea en la que propondrá, a todas las organizaciones que
quieran, unirse bajo una sola entidad y tener su propia app. Como objetivo
último, además de hacerle frente a la competencia que empieza a crecer más que
ellos, quieren tener una postura unida ante Bruselas.
Los problemas en la relación entre
gremiales podría ser una de las mayores trabas para el éxito de la app
MyTaxi y Hailo, ahora una sola
entidad, han hecho lo propio. Por lo que evitar que más taxis se unan a su
plataforma, la cual también consideran invasiva, también es una necesidad. Y a
esto se le añade otro factor. Pese a que Miguel Ángel considere que ellos son
los que más conocen a los clientes y a sus propios conductores, su misión es
casi imposible. Crear una app es quizá el elemento más sencillo de la cadena,
pero popularizarla y convencer a la gente que la descargue y la use es una
tarea para titanes.
Cuentan, además, con el hándicap de
que no pueden ni bajar el precio, ni ofrecer promociones. La ley no se lo
permite y tampoco tienen la cobertura financiera de una gran multinacional del
automóvil tras sus espaldas.
Ojalá sólo fuera esto. Hay que
añadir el hecho de que no todos los taxis están afiliados a una gremial o
federación. Son muchos, la mayoría, los que operan de forma autónoma, gestionan
su trabajo y prescinden de los servicios de las emisoras -realmente las más
perjudicadas por la actividad de la competencia venida de fuera-. ¿Qué hacer
entonces con ellos? Si por algo se caracteriza el modelo de negocio del taxi en
España es por no estar afiliados a grandes empresas, como podría suceder en
Estados Unidos o México. Razón por la cual, Uber se enfrentó a una situación
radicalmente diferente a la que ha vivido en otras geografías.
Entonces, ¿cómo organizar todo este
maremágnum de conductores y organizaciones?
La ingeniería administrativa,
gestora, tecnológica a la que se enfrentaría "la nueva asociación"
sería tan grande que no es apta para cardíacos. Y esto repercute directamente
en el sistema de organización que vienen gestionando los taxis desde hace años;
son los propios profesionales los que no están de acuerdo con sus
representantes ni de cómo se lleva a cabo la toma de decisiones. Las rencillas
que han pasado de los profesional a lo personal por parte de sus líderes han
causado que en varias ocasiones no se secunde una huelga y manifestación
convocada por unos y por otros.
Partiendo de esta base, ¿sería
posible ponerse de acuerdo? La respuesta es compleja, sobre todo porque ni
ellos saben cómo se desarrollarán los diálogos o cómo será la app. La cual
creen que será competitiva y tendrá los clientes necesarios.
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