No hacer caso a los testigos
luminosos del cuadro de mando o no cumplir los plazos de mantenimiento
estipulados por la marca son otros errores de los conductores que producen
averías.
La mayoría de las averías
por negligencia o error del conductor no entran dentro de las garantías ni
están cubiertas por los seguros mecánicos.
Equivocarse de combustible a la hora de repostar supone el 26% de las
averías más comunes provocadas por una negligencia, error o despiste del propio
conductor, según señala Grupo Red Europea, empresa especializada en seguros
para la automoción. Un fallo muy habitual cuando el usuario cuenta con dos
vehículos o utiliza un coche de empresa, pero que puede llegar a producir
averías que superan los 400€ y obliga a cambiar los filtros y limpiar los
conductos de gasolina o diesel y el propio depósito.
No obstante, el desliz o la
propia dejadez del conductor durante los trayectos en coche pueden acarrearnos
averías mucho más cuantiosas. Actos como no hacer caso a las indicaciones que
nos señalan los testigos luminosos suponen el 20% de las entradas en taller
para resolver una incidencia que previamente fue comunicada con una señal
luminosa. Hay que recordar que cuando se enciende el testigo naranja o amarillo
nos señala precaución, pero si el testigo es rojo, la inmovilización del
vehículo debe ser inmediata pues se está
indicando incidencia grave y debemos parar la conducción, estemos en ciudad o
en carretera. El problema es que obviar estos indicadores suele acarrear
averías mayores, por eso, si nos sucede durante un viaje es preferible parar en
una estación de servicio antes que sufrir un fallo durante el trayecto y tener
que llamar a asistencia en carretera.
No realizar los
mantenimientos estipulados por la marca en el tiempo y kilómetros estipulados y
no cambiar las piezas de desgaste suele ser otra distracción habitual entre los
usuarios y, concretamente, suponen alrededor de 16% de las visitas al taller.
De ahí la importancia de realizar un mantenimiento preventivo, es decir,
revisar con bastante regularidad los niveles, presiones de ruedas y comprobar
si hay ruidos que no son los característicos o habituales, y de ser así,
llevarlo al taller para que lo revisen y evitar averías mayores y costosas. Sin
olvidarnos de la revisión anual o tras los kilómetros que estipule la marca
donde se sustituyen los líquidos, aceites, filtros y piezas o elementos que el
fabricante estima que su vida útil esta en su final o que estén desgastadas por
el uso como los neumáticos, pastillas de freno, correas de distribución, etc.
Más allá de las
negligencias, en ocasiones es el propio estilo de conducción el que lleva al
vehículo al taller. Conducir en marchas inadecuadas, dar frenazos, o acelerones
bruscos afectan a elementos del motor como los anclajes y soportes elásticos,
volante bi-masa, etc. La conducción en ciudad o a bajas revoluciones de motor,
puede causar anomalías en los vehículos de gasóleo, provocando acumulación de
carbonillas en la línea de escape, (Colectores, válvula EGR, turbo,
catalizador, filtro anti-particulas,etc). Estas malas técnicas de conducción
suponen el 13% de las visitas al taller.
Curiosamente dejarse las
llaves dentro del vehículo es un descuido que afecta a un 10% de las averías
por error del conductor. Este problema se ha ido incrementando con la llegada
de los arranques sin llave y por ello olvidarse el dispositivo dentro del
coche. No suele ser un desliz muy cuantioso si conservamos la maestra o la
segunda llave, en caso contrario habría que reparar y pueden llegar a ser una
reparación costosa en algunas marcas.
El 6% de las averías por
negligencia suelen ser por poner aditivos no adecuados al coche. Desde Grupo
Red Europea se recuerda que el usuario debe ceñirse a las indicaciones que
aparecen en el manual del vehículo y, sobre todo, tener mucho cuidado con los
“productos milagro” que se anuncian en Internet y cuyo uso puede perjudicar la
vida útil de nuestro vehículo. Dentro de este grupo se incluye la instalación
de chips de potencia que modifican los distintos parámetros del motor y que no
sólo son perjudiciales sino que ponen en riesgo la seguridad del conductor.
Pero puede suceder lo
contrario, no poner un aditivo fundamental también es causa de avería. Este
olvido suele producirse con productos como el anticongelante. Y es que una
helada nocturna puede causar roturas importantes en los conductos de
refrigeración. Un desliz que sucede en un 5% de las veces.
Otros errores son: usar
Chips de Potencia, que aunque no puede ser considerado un error ni una
negligencia sino un acto voluntario, su desconocimiento puede producir averías
en el motor al modificar los parámetros del fabricante. En los coches
automáticos el uso indebido del punto muerto en paradas cortas produce
sobreesfuerzos y desgastes en los elementos de tracción. El punto muerto de los
coches automáticos debe ser sólo usado en paradas prolongadas y nunca en
semáforos, atascos, cedas al paso o stops. En Todoterrenos o vehículos que usan
caminos hay que limpiar con mayor asiduidad los elementos de refrigeración y
calefacción. Quitar barro, hojas o limpiar filtros. El no hacerlo produce recalentamientos.
Hay que recordar que la casi
totalidad de estas averías que son debidas a errores del conductor o a desidias
por parte de este no están cubiertas por ninguna de las garantías que tenga el
coche ni por ningún seguro mecánico. Y deberá de ser el dueño del vehículo
quien deba hacerse cargo de la totalidad del coste de la reparación.
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