La apuesta de Silicon Valley
por el sector del automóvil es cada vez más fuerte: el desarrollo de gadgets y
tecnología de conducción autónoma persigue la irrupción definitiva en el
mercado de los vehículos capaces de circular sin conductor, con empresas como
Google o Tesla a la cabeza. Pero el coche inteligente va a encontrarse con
algunas piedras en el camino.
Sin ir más lejos, Google ya
ha comenzado a recibir presiones por parte de los fabricantes de automóviles
convencionales y de la Administración estadounidense al respecto de su coche
autónomo, según han reconocido desde la compañía a The Wall Street Journal.
Ambos frentes desconfían de que la empresa de Mountain View ofrezca totales
garantías de seguridad y abogan por una introducción gradual de su tecnología
en el mercado, y no como un producto final, como se espera para 2017.
Sospechas permanentes que
incluso han sembrado cierta división incluso dentro de la propia compañía entre
los partidarios de comercializar el vehículo inteligente sin cortapisas y los
más desconfiados, que abogan por que se vaya desarrollando poco a poco a partir
de una versión base que garantice los mínimos de seguridad. De este modo, en el
seno Google ya barajan la posibilidad de que se vean obligados a variar sus
prototipos, que ya han recorrido 500.000 kilómetros sin accidentes, con
modificaciones como un tope de velocidad de 40 km/h o la inclusión de un
'parachoques' de gomaespuma en el frontal que minimice los daños personales
ante una eventual colisión.
El tiempo juega en contra de
los defensores del coche inteligente
Aún quedan cuatro o cinco
años para que este tipo de automóviles vean la luz en el mercado, pero los
tiempos de producción y diseño en la industria automotriz son tan prolongados
que muchas de las decisiones sobre el coche autónomo deberán tomarse a muy
corto plazo, lo cual, dadas las reservas de las autoridades en EEUU, juega en
contra de los intereses de los que defienden la tecnología de Google.
Pero en el trasfondo de esta
cuestión, planea la sombra de la duda de si fabricantes y aseguradoras de
coches presionan a Google por las consecuencias que sobre la seguridad pueda
tener su coche autónomo o más por la competencia con la que éste amenaza. Cabe
recordar que el gigante de las búsquedas ya planea su desembarco en terrenos
como el de la distribución o el de los seguros de automóviles; la llegada del
coche inteligente no haría sino intimidar a los agentes ya establecidos en
sector, de modo que su freno sería una primera victoria ante el avance del
gigante tecnológico en su sector.
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