Catherine Deneuve en un coche en 1968 en Paris – Foto: http://redaccion.lamula.pe |
Una
instantánea de un rodaje puede desatar la imaginación. Y más cuando tiene tanta
fuerza expresiva como la fotografía que nos ocupa. El blanco y negro potencia
las sensaciones atrapando la belleza del momento, congelando ese instante,
perpetuándolo hasta la eternidad. Podría pasarme horas y horas mirándola sin
cansarme. Tras la entradilla, la foto.
Lo desconozco todo acerca de la próxima foto. No la que
acompaña a estas líneas, sino la que podemos ver abajo del post.
Tan sólo sé
que está tomada en el set de rodaje de la película Manon 70. En ella, Catherine
Deneuve interpreta a una mujer decadente y nihilista, que carece de la más
mínima moral, que utiliza su cuerpo para sus propios intereses económicos,
movida sobretodo por una lujuria desenfrenada que no es otra cosa que una forma
de huir.
En esta imagen podemos ver un coche de un modelo y color
indeterminado. En el fondo, poco importa si se trata de una u otra marca,
porque lo que de verdad interesa es el interior. Podemos ver que un hombre
corpulento da marcha atrás con la cabeza girada, mientras por una de las
ventanillas asoma la cabeza rubia de la bella actriz. Su mirada, pese a que
muchos siempre han dicho que es de hielo, lo expresa todo con su hieratismo
enigmático. Tiene la barbilla apoyada con elegancia y languidez en la mano que asoma,
como si nada de lo que sucede en el interior del habitáculo le importase lo más
mínimo. Ella mira con gran intensidad hacia algún punto lejano que no se puede
observar en el encuadre.
No sabemos en qué está pensando o a quién está mirando,
pero está claro que su mundo interior debe ser mucho más interesante que el que
le puede ofrecer el corpulento personaje que conduce el vehículo. Da la
impresión de que está abandonando algo muy querido, de que conforme se aleja el
automóvil una pérdida irrecuperable se queda detenida en ese mismo punto que
ella no puede dejar de mirar. Pero la expresión de su cara es resignada, como
si su propia mente decidiese que los cambios siempre son a mejor y que no hay
que tenerle apego a nada en esta vida efímera. Todo es natural en la postura de
la francesa, que aparentemente ignora que la están fotografiando. Por eso en su
mirada sólo hay soledad y lánguida belleza. Todo muy francés.
Wanderer 75
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