Los ciudadanos desconocen cuándo y dónde se realizan esas pujas accesibles teóricamente a todos los españoles
Gobierno y autonomías se afanan por ofrecer una imagen de austeridad deshaciéndose de aquellos bienes símbolo de años de exceso y derroche
Gobierno, autonomías y la administración en general
intentan acabar con la imagen de derroche y corrupción de los últimos tiempos
deshaciéndose de algunos de los símbolos más dolorosos de los excesos previos a
la crisis como los coches oficiales. La salida a subasta de estos vehículos es
una fórmula que lleva aplicándose ya algún tiempo con el objetivo de 'devolver
al pueblo lo que es del pueblo', pero ¿quién se entera realmente de la fecha de
esas subastas? ¿dónde se realizan? Y es que, a pesar de que estás subastas son
públicas, para muchos ciudadanos son todavía una incógnita por la falta de
información clara sobre cómo y dónde participar en ellas.
Efectivamente, como reza la ley, se trata de subastas
públicas y abiertas, a las que puede acceder cualquier persona física o
jurídica presentando una fianza concreta. Sin embargo, lo cierto es que, a
menos que uno esté muy familiarizado con el BOE, los juzgados o las páginas
webs de la Administración y sus consejerías, la localización de esta
información resulta una tarea difícil.
Así, algo que por definición debe ser de fácil acceso
a los ciudadanos -recordemos que estos vehículos fueron comprados con dinero
público-, se convierte en una iniciativa limitada a unos pocos.
Así, después del anuncio realizado por la
vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, de reducir en un 66%
el número de coches oficiales de altos cargos del Estado, para ahorrar a las
arcas públicas unos 10,5 millones de euros en los dos próximos años, muchos se
preguntan cuándo se llevará a cabo esa reducción o, si acaso, ya se ha
producido.
Internet: subastas para todos
Hasta el momento, las subastas públicas de estos vehículos
oficiales se están llevando a cabo en cocheras, campas y garajes, por lo que a
la dificultad de localizar la información se añade una más: la imposibilidad de
muchos españoles de desplazarse hasta allí, por no hablar del desconocimiento
del papeleo y burocracia o de la propia complejidad del proceso que recuerda
más a un juicio que a comprar un coche para la familia.
Por ello, cabe preguntarse, por qué no utilizar
Internet como plataforma para pujar por un bien público al que de otro modo la
población no tendría acceso. La tendencia viene de Estados Unidos, donde el
sistema de subasta online de coches es muy popular entre los ciudadanos.
De ahí que una alternativa sea que el Estado y las
autonomías lleven estas subastas a la red, haciéndolas más transparentes y
públicas, de manera que cualquier ciudadano pueda participar online y saber a
ciencia cierta qué vehículos están disponibles, su precio de salida, sus
características y, como muestra de absoluta transparencia, quién y por cuánto
dinero se ha llevado la puja.
Además, la subasta online permitiría dar mayor
visibilidad a los vehículos, garantizando una venta más ágil, lo que revertiría
en ingresos más rápidos para la Administración. En el caso de que un coche a
subasta, por ejemplo, en Extremadura no se vendiera, siempre podría ser
comprado por un ciudadano de Canarias o de Cataluña, evitando tener vehículos
inmovilizados, que acaban depreciándose en su valor y suponen un coste
creciente para la Administración.
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