Bélgica se ha despertado este miércoles consternada por
el anuncio del grupo automovilístico Ford de cerrar en 2014 su planta de
producción en la ciudad belga de Genk, e incluso el primer ministro, Elio di
Rupo, ha contactado con los responsables de la marca en Europa para recordarles
"sus obligaciones" con los trabajadores.
El traslado de la producción de la planta belga a las
instalaciones del grupo automovilístico en la localidad valenciana de
Almussafes supondrá la pérdida de 4.300 empleos directos y otros 5.000
indirectos.
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La noticia ha sido portada de los principales medios
digitales y ha abierto informativos, mientras que los partidos políticos envían
comunicados para mostrar su descontento y el Gobierno de la región de Flandes
se dice "engañado" por Ford.
Además, los sindicatos han advertido de que el cierre de
la fábrica será una "catástrofe" para miles de familias y acusan al
grupo de cerrar Genk y mantener la planta valenciana porque, dicen, los
salarios son más bajos en España.
Por su parte, Di Rupo ha asegurado en un comunicado y a
través de las redes sociales que el Gobierno federal está
"consternado" y ha revelado que se ha reunido este mismo miércoles
con la dirección de Ford, acompañado por varios miembros de su Ejecutivo, incluida
la ministra de Empleo, Monica de Coninck.
En el encuentro, Di Rupo y sus colaboradores han
recordado a la marca estadounidense que tiene "unos deberes y obligaciones
como empleador" y han advertido de que las autoridades federales y
regionales colaborarán para "asegurar un acompañamiento óptimo a los
trabajadores".
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