
Cuando queremos sumergirnos en
las aguas procelosas de una ciudad, lo hacemos con todas las consecuencias, por
eso, tenemos que tener todos nuestros sentidos alertas. No en todas las ciudades
se conduce igual, aunque las normas sean exactamente las mismas. ¿Ha tenido la
oportunidad de conducir en Lisboa o Roma? Seguro que si ha sido así, lo
recordaría.