Tras los excesos navideños, muchos somos los que empezamos el año poniéndonos en forma, ya sea corriendo, montando en bicicleta o yendo al gimnasio. El único problema es que, al subirnos al coche una vez terminado el entrenamiento, el esfuerzo generado hace que el interior del parabrisas se empañe, haciendo que nuestro viaje de vuelta a casa se retrase, aunque solo sea por unos minutos.