Es un hecho: por múltiples
razones, los jóvenes están cada vez más lejos de los niveles de interés por los
coches de generaciones anteriores. Y ello supone una importante amenaza para
los fabricantes de automóviles, que asisten impotentes a la crisis de demanda
con la preocupación de que el volumen de ventas no vuelva a recuperar nunca las
cotas previas a la crisis.
Por ello, las marcas están
llevando a cabo un proceso de reinvención mediante el cual buscan suplir las
carencias que suponen el notable descenso en las compras entre los llamados
Millennials (individuos de la Generación Y, nacidos en las décadas de los ochenta
y noventa), centrándose en atraer el interés de sus padres.
La bautizada como Generación
X, aquélla que comprende a los nacidos en plena era del denominado baby boom,
es el nuevo foco de atención de las firmas automovilísticas, pues éstas son
conscientes de que, dado el marcado envejecimiento de la población de los
países más desarrollados, no pueden descuidar el verdadero sustento -presente y
futuro- de sus resultados comerciales.