sábado, 23 de julio de 2022

LA ROTONDA

 

COMO UNA OLA

 


Todo preparado para salir a la hora prevista sin volver la vista atrás, son un puñado de días que uno tiene para coger aire salado del mar, y purificar los pulmones, despejar la mente, y pensar solo en darse un bañito cuando hace calor para refrescar el cuerpo, y tomarse un refresquito de malta para refrigerar el ánimo.

En fin, son esos días, en los que uno se deja llevar por esas cosas que te quita el médico durante el año, y durante unos días, uno peca, pero sin pasarse.

Tengo la impresión de que, durante unas vacaciones, la tensión arterial se vuelve como un calcetín, el colesterol se guarda en el cajón, y la vida se vuelve más bella.


Es verdad, que solo mirar la cara de las demás familias, como se divierten, como juegan a la orilla de la playa, como comen en el chiringuito, y como van y vienen de una punta de la playa a otra, solo eso, dibuja un paisaje donde la luz es el denominador de común de un día de verano.

Del Faro al Santuario, o de la Cruz del Mar al Puerto, las olas te llevan, y te traen, y en medio la arena que el sol calienta aquí en la playa, rincones para componer cualquier expresión artísticas, poesía, pintura, documental, y la novela de tu vida, donde un verano tras otro, la localización es la deseada, y las historias son todas distintas.

Como una ola que viene a morir a la orilla, el propio mar la recoge se la lleva, y vuelve a traerla más alta si cabe, mientras uno observa como esa ola la rompen, niños, jóvenes, y mayores para entrar en las entrañas del mar, que te acoge como uno más. Allí se suceden mil y unas historias, y allí junto a la orilla, uno asiste curioso al mayor pase de modelos del verano, no hay edades, todos desfilan delante de tu sombrilla, cada uno con una particularidad singular, ¡ahí está la gracia, o el entretenimiento!, mis ojos van del libro a la orilla, y no sé dónde hay más entretenimiento.

Me encanta el mar desde la orilla, como decía el poeta del Puerto de Santa María, Rafael Alberti, ¡marinero en tierra! Hay muchos como él. Por eso creo que no hemos aprendido nada de la pandemia, antes, por guardar las distancias entre personas, las playas estaban super organizadas, existían desde la orilla una serie de palos a una distancia, donde los habitantes de la playa, con sillas y sombrillas, se colocaban unos detrás de otros, con la distancia consabida, y de esta manera evitar los contagios, pues, ¡no aprendemos!, las playas están abarrotadas y desorganizadas, hay quien no puede dormir, y se levanta muy temprano, y como si tuviera la escritura legal de la orilla, planta la sombrilla, y las butacas, y cuesta la misma vida llegar al mar, estos individuos hacen una especie de peaje que te impide llegar con normalidad al agua. Son unos marineros en tierra, con los pies en el agua, y con muy poca vergüenza. Eso sí, están expuestos a que llegue un tsunami y los coja a todos a porta gayola.

Como comprenderán, todo no es positivo junto al mar, pero, aun así, el mar es como un golpe de aire fresco, si no, no tendría tantos adeptos, para ellos, y para ti.

Qué decidas lo que decidas este verano, les prometo que seguiré contándoles estos episodios a píe de sombrilla de los que he sido testigo este año,

Con todo mi afecto y respeto,

 

Pepe Bejarano

todomotornews@gmail.com

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