domingo, 3 de julio de 2022

CEDA EL PASO

 



                                                 ATARDECER          

 







La plaza del pueblo recibe la llegada del atardecer con un soplo de brisa fresca que acaricia los rostros serenos de los habitantes del apacible lugar.

Ahora, el teatro de la plaza se ha convertido en un circo de cuatro pistas... En cada una de estas pistas se puede disfrutar de un espectáculo diferente: En una de ellas, aparecen niños que saltan a “piola”; en otra, las niñas juegan a la rueda; más allá, en las aceras colindantes, algunas madres inquietas reclaman el regreso al hogar de la alborotada chiquillería; y por las calles, se puede presenciar el caminar cansino de los labradores que regresan a casa, reflejando en sus semblantes la fatiga acumulada tras una dura jornada de trabajo. Fuera de las pistas, en el interior de la barbería, entran los hombres para arreglarse el cabello, rasurarse la barba o, simplemente, para participar en la tertulia que todas las noches se entabla en el pequeño habitáculo.



En la salita del barbero, con su estantería poblada de navajas, jabón de afeitar, maquinillas de pelar, tijeras, peines… Las perchas con los paños y el sillón circular en el centro, además de las tareas propias del lugar, se improvisa un parlamento en el que los ciudadanos expresan sus opiniones, o cuentan sus experiencias. Enrique, el sobrino de Paco, ayuda a su tío en el arreglo de los clientes y le da a la conversación una chispa y una amenidad que son muy del agrado de todos los concurrentes.
Enrique es un joven alto y delgado que luce un fino bigote. Hizo el servicio militar en Madrid, donde frecuentó ambientes nocturnos y compartió amistades de diversa índole que le proporcionaron ciertas inquietudes políticas. Cuando terminó sus obligaciones militares, regresó al establecimiento de su tío para reanudar su actividad laboral. Algunas veces, con la debida cautela, hace comentarios desdeñosos del régimen que gobierna a finales de los años cincuenta. Aunque estos comentarios suponen un atrevimiento digno de elogio por parte de algunos parroquianos, casi todos los contertulios se divierten más, y se encuentran en un ambiente más relajado, cuando el joven barbero habla de fútbol o ensalza las vistosas curvas de alguna actriz de cine.

Con el paso de las horas, cuando las distintas pistas del circo y la barbería se han quedado vacías, la población más amante del ambiente nocturno se concentra en el bullicio de las tabernas… Las mujeres y muy pocos hombres hogareños han permanecido toda la noche en sus domicilios gozando del sosiego que brinda el ámbito familiar: haciendo ganchillos, improvisando amenos diálogos y compartiendo con sus pequeños los juegos infantiles: cromos, oca, parchís…


Con mis mejores deseos, saludos cordiales.




Fernando Monge
3/julio/2022

fmongef@gmail.com



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