domingo, 20 de junio de 2021

CEDA EL PASO

 

HAMBURGUESAS Y MERCEDES-BENZ

 




¿Sabía que la hamburguesa ―la comida más famosa del mundo, o una de las más famosas― nació en la tumba de una momia del Antiguo Egipto?
Al parecer, dos tortas de pan con un pastel de carne, horneadas hace cuatro mil años, acompañaban la momia de un alto dignatario egipcio cuya tumba se descubrió a principios de nuestro siglo en las cálidas arenas del viejo país del Nilo. Se trataría, seguramente, de la primera hamburguesa de la Historia. Puede que nunca se le haya ocurrido pensar, ni falta que le hace, de dónde procede el alimento que dio sentido al bote de kétchup ―salsa de tomate condimentada con vinagre, azúcar y especias―, al plato cuya etiqueta varía desde la exquisita categoría gourmet a la muy demandada «comida basura».

Da igual que disfrute comiendo “pescaíto” frito, o que sea un acérrimo defensor de la comida vegetariana. Una hamburguesa, es una hamburguesa. Redonda, con pan de sémola, lechuga, tomate, pepinillo... ¡Qué más da!, si se le está haciendo la boca agua y puede que antes de terminar de leer este artículo ya tenga ganas de comerse una, y que conste que no soy un entusiasta de ese alimento tan demandado.

Antes de que se conociera a la hamburguesa por su nombre, se producen una serie de acontecimientos, pues es una comida antigua, cuyo origen occidental se relaciona con una práctica culinaria muy popular entre los tártaros en el siglo XIII, tribus guerreras que picaban la carne de su ganado reservando la de más baja calidad, y más dura, para elaborar con ella, una vez debidamente especiada, los famosos filetes tártaros, conocidos hoy como “filetes rusos” en los restaurantes europeos. Hacia el siglo XIV, Alemania sería el escenario de la conformación de las primeras hamburguesas designadas como tales y aderezadas con ciertos ingredientes que se extienden hasta nuestros días.

Los alemanes tenían por costumbre aromatizar aquellas carnes, debido a que su baja calidad lo hacía necesario. Se utilizaban especias baratas, generalmente las del lugar; cocían luego la carne, la aderezaban y la convertían en la comida de los pobres. Como el lector ha podido colegir, el nombre le vino por la ciudad de Hamburgo, donde se le empezó a conocer como “filete hamburgués”. Varios siglos después, su paso por el Canal de la Mancha trasladaría a Inglaterra una auténtica revolución que traspasó la frontera culinaria cuando un famoso doctor puso el foco sobre ella, recomendándola vivamente porque, según él, la carne triturada facilitaba enormemente la digestión, al tener que trabajar menos el estómago. Años más tarde aterrizaría en América, lo que supuso su boom definitivo. Este hecho se produjo por la fuerte llegada de inmigrantes ingleses y alemanes hacia 1880. No obstante, la fecha exacta en que apareció en EE. UU. es toda una incógnita. Se sabe que ya se sirvió, exactamente como hoy, en 1904 en la famosa Exposición Mundial de Saint Louis, en el estado americano de Misuri, donde la gente acudía a los numerosos stands de comida rápida en los que la estrella del momento no era otra cosa que la hamburguesa tal y como ha llegado hasta nosotros, de la misma manera que la conocemos.

¿De dónde viene el nombre de Mercedes de la marca alemana? 

La realidad se esconde tras una historia paternal. Para conocer la respuesta hay que viajar hasta Viena, concretamente al 16 de septiembre de 1889. En aquella fecha, nacía una niña llamada Mercedes. Hasta hace pocos años, muchos creían que “Mercedes” era un apodo que le había dado su padre, el cónsul alemán Emil Jellinek, pero gracias a unos archivos hechos públicos por Daimler, empresa asociada, se sabe que era su nombre real. La vida de la joven fue corta. Murió poco antes de cumplir los 40, en 1929… Se casó con 20 años y tuvo dos hijos. Poco se sabía de Mercedes, más allá de que era una mujer acomodada. De hecho, hasta que no dieron con su pasaporte, no se supo a ciencia cierta ni siquiera el color de ojos o de pelo que tenía, que eran verdes y castaño. Las pocas fotos que había de ella eran en blanco y negro.

Según indican, Jellinek tenía la máxima de que, si un vehículo no podía superar en velocidad a un coche de caballos, no tenía sentido su existencia. Y así, vio la luz el Daimler Phoenix 8CV que se utilizó por primera vez en una carrera en Niza en 1899. Fuera como fuese, “Mercedes” fue usado por primera vez en aquella competición, en la que falleció el piloto. Tras el fatal suceso, Jellinek habló con Daimler para que crearan un vehículo nuevo con un centro de gravedad mucho más bajo que se comercializaría bajo el nombre Daimler-Mercedes.

Los primeros puestos en las competiciones empezaron a ser para estos vehículos, hasta el punto de que el secretario general de la Asociación del Automóvil, habituado a que ganaran automóviles franceses, dijo una frase lapidaria: “Hemos entrado en la era Mercedes…” Años después, cuando Daimler y Benz se fusionaron, se pasó a utilizar el nombre que ha llegado hasta la actualidad: Mercedes-Benz.
Hoy ha tocado así: hamburguesas y Mercedes. Estos relatos, de los que existen otras versiones, ponen de manifiesto lo difícil que es la rigurosidad histórica, incluso en los momentos de rabiosa actualidad, porque, hoy en día, cada uno asevera desde su propia perspectiva, que no siempre coincide con la de los demás, lo que conlleva la natural diversificación de los datos históricos.


Con mis mejores deseos, saludos cordiales.




Fernando Monge

fmongef@gmail.com

20/junio/2021

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